FUNDACIÓN OTAZU, DONDE SE CUIDA EL ARTE
Para los fundadores de Bodega Otazu, en Navarra, el vino no se entiende si no es unido a su cultura, de la que el arte es una manifestación ineludible y necesaria. Con esa idea, en 2017 crearon la Fundación Otazu, que tiene como finalidad gestionar la sede en la que se conserva y exhibe la Colección de arte contemporáneo de la compañía. Al mismo tiempo, allí tienen lugar diversas actividades artísticas, que van desde muestras hasta eventos y actividades abiertas al público, todo ello en el entorno singular que es Otazu.
Esta entidad ha permitido además que la bodega llevara adelante diversas colaboraciones con artistas, comisarios y críticos de arte, arquitectos y otros promotores de la creación cultural. Dicen sus responsables que «la educación, en estas diferentes variantes, será de hecho el elemento de generación de valor en la sociedad de la Fundación: arte en un entorno natural, creando un ciclo de retorno positivo para la sociedad».
Además de promover formaciones y otorgar becas, la entidad concede cada año un premio internacional sobre escultura a través de la Bienal de Arte Monumental. En este certamen, diferentes artistas presentan un proyecto de obra monumental para instalar en una localización concreta de la bodega. Han ganado en las distintas convocatorias Alfredo Jaar, Asier Mendizabal y Hans-Peter Feldmann.
Pero además llevan a cabo trabajos puntuales con artistas de diversos campos, que elaboran desde etiquetas –lo hicieron, por ejemplo, el estadounidense Tony Orrico y también el argentino Leandro Erlich, quien además tiene una obra en la bodega– hasta creaciones que reinterpretan las barricas de vino –iniciativa que tuvo al madrileño David Magán y al suizo Pablo Armesto como figuras principales–.