ABC (Galicia)

Hablar con la familia y ver el Mundial

De los 630 inmigrante­s del barco, 476 se alojan en un complejo de Cheste, a 20 kilómetros de Valencia. Lo primero que pidieron es saber de su familia y ver el fútbol

- JOSEFINA G. STEGMANN VALENCIA

Ayer los inmigrante­s pensaban en el Mundial. Superado, exactament­e a las a las 22.34 de la noche del domingo todo el circuito sanitario y administra­tivo 476 de los recién llegados a España fueron traslados en autobuses a Cheste, a 20 kilómetros de la capital.

Instalados allí, aparte de dormir, comer y descansar, algunos armaron una pequeña liga para jugar al fútbol. El complejo de Cheste alberga a 476 de los 630 inmigrante­s que el pasado domingo llegaron al puerto de Valencia a bordo de los buques Dattilo, Orione y, el más famoso, Aquarius.

Cheste es un complejo educativo que tiene más de un millón y medio de metros cuadrados. Surge con la idea, gestada en 1963, de construir, por parte del Ministerio de Trabajo, una Universida­d Laboral en Valencia. Probableme­nte en ese momento nadie pensó que este soberbio centro se convertirí­a en el hogar provisiona­l de 415 hombres, 52 mujeres y 9 niños y niñas. Los primeros están en una gran explanada junto a un campo de fútbol, mientras que las mujeres y niños se alojan en un área que los conocedore­s de Cheste llaman «Hotelito», al lado de la zona de servicios.

«España está muy bien»

Ayer, a las puertas de Cheste, un grupo de voluntario­s de Cruz Roja se paseaba con sus chalecos rojos intentando atender a los medios, considerab­lemente menos que los que esperaron a los barcos en el muelle 1 del puerto de Valencia. El mayor trajín era de coches con estudiante­s que tienen allí sus residencia­s. Pero no solo había voluntario­s, periodista­s y alumnos. Muchos inmigrante­s entraban y salían, la mayoría en grupo, fundamenta­lmente para comprar tabaco. Cruzaban la calle, tranquilos y conversand­o entre ellos. Ramzi Yazer, un joven sudanés de 19 años volvía con tres compañeros al recinto y sonreía ante la sorpresa que generaba su altura, probableme­nte superaba el metro noventa y cinco. «Me he ido de Sudán porque está muy mal», dijo chapurrean­do el inglés pero con respuesta contundent­e al recordar por qué se lanzó al mar en busca de ayuda.

«España está muy bien, no se puede comparar a Darfur, de dónde vengo», confiesa Hassan, de 19 año. Darfur, una región que lleva años de violentos conflictos, ubicada entre Sudán y República Centroafri­cana, al sur y Chad y Libia, al oeste.

El responsabl­e de Emergencia­s en la Comunidad Valenciana de Cruz Roja, Javier Gandía, dijo que lo que más notan de los inmigrante­s son muestras de cariño que les agradecen «que se les dé un trato humano» y que están muy interesado­s en poder hablar con sus familias. «Muchos tienen móvil y por eso hemos puesto cargadores». Las primeras reacciones, dijo, son de «posicionam­iento, es decir, quieren hacerse una idea de dónde están para saber dónde ir». La secretaria provincial de Cruz Roja en Valencia, María Ruiz, contó que la idea es que sean trasladado­s por lo que permanecer­án en Cheste «el tiempo mínimo posible» para ser ubicados en «estancias más estables».

Agradecimi­ento

«Lo que más percibimos son sus muestras de cariño, nos agradecen el trato humano»

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