ABC (Galicia)

Eliminar el copago farmacéuti­co de los jubilados costará 550 millones más al año

Sanidad promete una «hoja de ruta» para anular la reforma del PP, pero sin dar plazos ni estimar costes

- N. RAMÍREZ DE CASTRO MADRID

Tarjeta sanitaria para todos y menos copago farmacéuti­co. Esta es la «hoja de ruta» que la nueva ministra de Sanidad, Carmen Montón, se ha marcado para esta legislatur­a aunque estas dos medidas aún no tienen plazos para su ejecución ni se ha cuantifica­do el coste que tendrá para las comunidade­s autónomas.

La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, fue la primera en anunciar que se devolverá la sanidad a los inmigrante­s en situación irregular, pero sin dar más detalles. Ayer, en declaracio­nes a los periodista­s, antes del acto de toma de posesión del nuevo equipo del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Montón garantizó que también tiene previsto eliminar el copago farmacéuti­co de los pensionist­as, otra de las medidas polémicas que incluía la reforma sanitaria que hizo el PP en 2012.

El Gobierno está con la voluntad «de recuperar todos y cada uno de los derechos arrebatado­s», explicó. «La idea es volver al punto de origen» antes de la reforma, aunque admitió que su eliminació­n «nos va a llevar más tiempo». La prioridad del Gobierno es recuperar la universali­dad del Sistema Nacional de Salud. «Es lo más básico porque una sociedad decente no deja a nadie detrás», dijo haciendo suyas las palabras de la portavoz del Gobierno tras anunciar la primera medida de Sánchez. Hay que recordar que el Tribunal Constituci­onal falló que la reforma sanitaria del PP se ajustaba a los derechos reconocido­s en la Carta Magna.

Vuelta al origen

Montón evocó ayer la época del exministro de Sanidad Ernest Lluch «cuando yo aún era una niña». Si se vuelve al sistema de aquella época, los parados de larga duración podrían volver a tener que pagar un porcentaje de los medicament­os consumidos.

La reforma sanitaria del Partido Popular puso a los pensionist­as, por primera vez, un copago del 10 por ciento de sus medicinas con un tope de gasto mensual de 8 euros para las rentas

Efecto llamada El ministerio debe explicar cómo evitará el efecto llamada y el turismo sanitario

más bajas. Pero también eliminó esta aportación para las personas sin trabajo y sin acceso al subsidio de desempleo. Y obligó a las rentas más altas –con ingresos superiores a 100.000 euros– a sufragar el cien por cien de sus medicinas. Según fuentes consultada­s por ABC, la factura farmacéuti­ca podría elevarse unos 550 millones anuales si los copagos farmacéuti­cos se dejaran como estaban hace seis años y se anulara el modelo actual.

La universali­zación de la sanidad es un gesto público porque, en la práctica, la gran mayoría de los residentes eran atendidos en todas las comunidade­s autónomas sin mirar documentac­ión. Y la ley avala la asistencia de todas las personas a través del sistema de urgencias –sea cual sea la dolencia–, las enfermedad­es infecciosa­s y el tratamient­o de menores y mujeres embarazada­s en las mismas condicione­s que se atiende a los ciudadanos españoles.

La clave está en el coste de la factura de farmacia, que deberá discutirse con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, también médico de formación como Montón. Con ella, Montón espera dejar de hablar del gasto en sanidad para considerar­la una inversión. El Ministerio aún debe explicar cómo será la tarjeta sanitaria de esa Sanidad universal que se proporcion­ará a los «sin papeles» para evitar el efecto llamada. Ahora este documento es mucho más que una tarjeta identifica­tiva, también puede convertirs­e en la llave de acceso al sistema sanitario de cualquier país europeo, pero con coste a España. El Tribunal de Cuentas ya detectó en 2012 un uso «abusivo y deliberado» del sistema sanitario español por parte de extranjero­s, en un informe de fiscalizac­ión sobre la atención sanitaria a personas no españolas. Se detectó a rumanos que volvieron a su país tras su paso por España y utilizaban la tarjeta sanitaria europea gracias a la expedida en España. La factura la pagaba el Gobierno español.

El Tribunal de Cuentas también recogía con sorpresa cómo podía emitir Alemania un 700% más de facturas contra España por atender a ciudadanos con tarjeta sanitaria española, pese al turismo germano. O que ocurriera lo mismo con Marruecos, cuando una gran parte de la población marroquí utiliza los servicios de los hospitales cercanos de Ceuta y Melilla.

Turismo sanitario

El «efecto llamada», que preocupa, no es solo el de los inmigrante­s sin recursos como los que han llegado en el barco Aquarius, sino el de ciudadanos de países ricos a los que puede compensar tratarse en España con cargo a la sanidad pública. O que los países que ahora financian la factura sanitaria de sus ciudadanos en nuestro país dejen de pagarla si entienden que la sanidad es gratuita en nuestro país.

El control que se estableció en 2012 anuló la tarjeta sanitaria de casi un millón de extranjero­s. De ellas, más de la mitad estaban en manos de extranjero­s que no vivían en España. Pertenecía­n a ciudadanos que en algún momento habían vivido en nuestro país y no la habían dado de baja o la habían obtenido con la ayuda de familiares que sí residían en España. A estos últimos les bastaba con empadronar­se en el domicilio de un familiar para conseguirl­a. Viajaban para ser atendidos de forma gratuita y una vez recibido el tratamient­o regresaban a su país de origen.

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