Un suicidio demográfico a cámara lenta
Desde 1999 no registraba España un número tan bajo de nacimientos como el del año pasado, cuando –por tercer ejercicio consecutivo, en esta ocasión de forma más pronunciada– se contabilizaron más muertes que alumbramientos. Ninguna variable estadística queda al margen del esbozo del invierno demográfico al que se dirige la sociedad española, un suicidio poblacional al que de manera progresiva e imparable se suman quienes no encuentra alicientes para formar una familia y reproducirse. La política-espectáculo no repara en esos detalles. A corto plazo, la vida sigue.