Fuerte tirón de orejas a Piqué por el «caso Griezmann»
En el Barcelona aún dura el sonrojo por el ridículo sufrido tras el desenlace del «caso Griezmann», por la forma en que se enteró una directiva que lo daba por atado y, sobre todo, porque el productor del documental en el que el delantero francés anunció su decisión definitiva de quedarse en el Atlético de Madrid fuera Gerard Piqué, uno de los pesos pesados del vestuario azulgrana y símbolo del club catalán.
Tanto escuece y tal es su magnitud, que el club se ha visto obligado a dar públicas explicaciones en la voz del vicepresidente deportivo, Jordi Mestre, que le ha dado un tirón de orejas en toda regla a Piqué, que publicitó el documental en las redes sociales cuando ya sabía el desenlace negativo para los intereses culés. El enfado también alcanza a Samuel Umtiti, futbolista muy cercano a Griezmann en la selección francesa y que le siguió el juego a Piqué.
«Le trasladamos a Piqué que su participación había generado sorpresa y malestar en el club y entre los barcelonistas. Hablaremos internamente con Piqué y Umtiti y no haremos más valoraciones públicas», reconoció Mestre, que se enteró de la decisión de Griezmann viendo el documental. Hay que recordar que «Kosmos», empresa del central azulgrana fue la productora del documental y que éste se enteró del desenlace por la mañana, casi doce horas antes de que se emitiera. El propio Piqué se mostró extrañado del enfado del Barça y no tardó en responder. «Me parece
sorprendente la reacción por parte de toda la gente de Barcelona, que dude de mi compromiso y del amor que tengo a este club. No asesoré nada, sólo puse cámaras para saber qué pasaba. Yo, cuando lo supe, hablé con gente del club y lo comuniqué», se defendió.
El enfado del Barça con Piqué trasciende el «caso Griezmann» y no deja de ser una evidencia del distanciamiento con la plantilla que ya se pudo palpar con otro suceso de relevancia, el «caso Neymar», cuando la mayoría de los futbolistas sabían que el brasileño se iba al PSG y Mestre insistía en asegurar que se quedaba «al doscientos por cien».