ABC (Galicia)

ROMPE LOS GRILLETES

Una insustanci­al Polonia fue incapaz ayer de estar a la altura del equipo que lideraba Lato en 1974 y 1982. Miles de aficionado­s apoyaron con las banderas y los cánticos del sindicato Solidarida­d a su selección en España, donde quedó tercera

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

La última letra de las siglas de la FIFA es la «a» de asociación. El fútbol es un deporte asociativo no sólo porque saltan al campo once jugadores sino también porque la forma de interactua­r entre ellos es lo que determina el resultado. Pero además está el entrenador, la afición, la tradición y lo que representa vestir la camiseta.

El peso de la responsabi­lidad atenazó ayer a Polonia, que perdió frente a Senegal en un partido lamentable. El conjunto de Lewandoswk­i no dio una a derechas en el debut de una competició­n de la que estaba ausente desde 2006. El delantero del Bayern confirmó lo que dicen sus detractore­s: que siempre falla en las grandes citas.

Todo lo contrario de la Polonia que jugó el Mundial de 1982 en España, que era realmente un equipo que tenía detrás toda una nación. El general Jaruzelski había dado un golpe de Estado para acabar con las huelgas del sindicato Solidarida­d, que disfrutaba de un arraigo popular impresiona­nte. Lech Walesa era un héroe que se había atrevido a desafiar al régimen comunista. Yo estaba en el Nou Camp cuando Polonia empató a cero con Rusia y logró el pase a semifinale­s. Las gradas estaban llenas de aficionado­s polacos que enarbolaba­n las banderas blancas de Solidarida­d mientras cantaban el himno del sindicato: «arranca los barrotes del muro, rompe los grilletes», clamaban miles de voces.

Pocos días después, Polonia caía por dos a cero frente a Italia, con un gol de falta del gran Antognoni. Boniek, la gran estrella del conjunto, no pudo jugar. Sí lo hizo Lato, que había cumplido 32 años y ya estaba en declive porque había perdido la legendaria rapidez que tenía en los días del Mundial de Alemania. Polonia fue tercera en España, repitiendo el mismo puesto de ocho años antes. Pero entonces Lato era un jugador de una prodigiosa velocidad (corría 100 metros en 10,2 segundos) y podía romper, junto a Deyna y Gadocha, cualquier defensa. Militaba en un equipo llamado Mielec y no pudo emigrar a España o Inglaterra porque el Gobierno polaco impedía salir del país a los jugadores de menos de 30 años. Ayer Lato le hubiera venido muy bien a una Polonia en sus horas más bajas.

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REUTERS Lewandowsk­i se lamenta ayer en la derrota ante Senegal
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El legendario Lato, líder de la selección polaca durante el Mundial de España 82, en la que Polonia quedó tercera
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