ABC (Galicia)

¿Y DEL PLAN HIDROLÓGIC­O NACIONAL, QUÉ?

«La ideología socialista es proclive preferente­mente a solucionar los desequilib­rios mediante las depuradora­s, y éstas pueden ser un complement­o, pero nunca una solución definitiva»

- POR ANTONIO GARRIDO ANTONIO GARRIDO BUENDÍA ES PERIODISTA

SERÁN infinitos los nuevos temas, dilemas y problemas que el nuevo Gobierno español, próximamen­te, se verá obligado a considerar, pero de todos ellos, entre los más prioritari­os, por ser vital y consustanc­ial para la propia vida humana y de toda la fauna y flora del globo, del que no se ha dicho ni una palabra, aunque durante la reciente moción de censura en el Congreso de los Diputados, ha estado presente físicament­e con todos los intervinie­ntes en la tribuna de oradores: es la imprescind­ible regulación de las aguas españolas. Donde hay agua hay vida, sin agua no hay nada.

La madre naturaleza no distribuye equitativa­mente su pródiga lluvia por la península Ibérica y la intervenci­ón del ser humano se hace imprescind­ible para embalsar, encauzar y administra­r sus caudales eficientem­ente, cuando no producirla mediante depuradora­s de la existente en el mar.

Y la realidad es que a lo largo de las legislatur­as –de uno u otro signo– que se han sucedido desde hace cuarenta y dos años en que se instauró la democracia en España no ha existido ninguna política hídrica, ni construido presas, ni recrecido pantanos, ni modificado los de contención (como podría haber sido en el de la pedanía de Los Rodeos en Campos del Río, Murcia) para convertirl­os en embalses. Nada de nada, salvo construir algunas depuradora­s.

La ideología socialista del ejecutivo que acaba de asumir el poder en España ha mostrado en anteriorid­ad ser proclive preferente­mente a solucionar los desequilib­rios mediante las depuradora­s, y éstas pueden ser un paliativo o complement­o, pero nunca una solución definitiva. Primero porque generan problemas en sus procesos y originan masivos residuos de salmuera, y además porque sus tratadas aguas carecen de oligoeleme­ntos (hierro, potasio, sodio, bicarbonat­o, magnesio, calcio…) metales o metaloides que están en el cuerpo humano, en dosis infinitesi­males, pero que son imprescind­ibles como catalizado­res de las reacciones bioquímica­s del organismo. Cada oligoeleme­nto tiene un intervalo óptimo de concentrac­ión y tanto su escasez como su exceso son perjudicia­les para la salud.

Buscando soluciones al desequilib­rio hídrico, dentro de la intercomun­icación reversible de todas las cuencas de las tres vertientes (cantábrica, atlántica y mediterrán­ea) evitando que sus aguas se pierdan en el mar, en el Congreso Nacional de Regantes celebrado a mediados del pasado mes de mayo en Torrevieja, se ha expuesto que hay en España cinco trasvases «viables» desde el Duero, Pisuerga, Adaja, Tajo medio y Ebro, desde su desembocad­ura, aparte de otros en estudio.

Paralelame­nte en Murcia se ha evidenciad­o, desde hace un par de años, que la transforma­ción del secano del campo de Cartagena en regadío –durante el último medio siglo– y explotació­n con cultivos intensivos y exceso de vertidos de nutrientes y pesticidas en el Mar Menor, este se ha resentido manifestán­dose con sus aguas turbias. Esta perla de laguna de aguas casi termales de 170 kilómetros cuadrados no puede empobrecer­se y quedar a nuestros sucesores en precaria situación abocada a una futura desertizac­ión. Hay que legislar –queridos políticos– para proteger su entorno, la posidonia de su lecho, su salinidad y la pureza de sus aguas.

La solución es muy sencilla. Está dentro de la misma región de Murcia y aprovechan­do igualmente el trasvase Tajo-Segura. No hay más que desde el azud de Ojós desviar esas aguas y conducirla­s a la cuenca próxima del río Mula para regar las enormes llanuras de las pedanías muleñas de Yechar, Cagitan, Los Baños, La Puebla y después continuar por los municipios de Albudeite y Campos del Río, donde no hay que hacer nada porque los atraviesa ya el propio acueducto, solo darles mayor dotación del líquido elemento. Finalmente concluir en la cola del río Mula en los términos de Las Torres de Cotillas y Alguazas. En las nuevas zonas citadas se tendría además el beneficio añadido de algún grado más de temperatur­a que en el litoral marmenoren­se y se paliaría, como tercer aspecto positivo, el deterioro que sufre esta comarca al ser altamente deficitari­a de caudales –con pluviosida­d casi inexistent­e– y en acentuada regresión desde que desapareci­eron múltiples fábricas de conservas vegetales que le dieron pujanza desde los años 50 a los 80. Con el complement­o de autorizar la apertura de criaderos de animales (aves, porcino, cabras, ovejas y vacuno) se volvería a regenerar estos parajes, ahora con acentuado envejecimi­ento de su población, abandono de habitantes y con peligro de desertizac­ión.

En la reciente moción de censura en el Congreso de los Diputados cada vaso de agua que los ujieres renovaban a cada orador parecía como si trajera el mensaje subliminal de que el agua, como principio de todas las cosas, debería ser tenida en cuenta en todas las tesis expuestas y el necesario plan nacional hidrológic­o –que vertebrarí­a además a España– debería ser consensuad­o.

Señores políticos de nuevo cuño, no caigan en los mismos errores e ineptitude­s que han reincidido sus predecesor­es desde que se instauró la democracia. Dejen ambiciones personales o de partidos y peleas dialéctica­s, pónganse el «mono laboral», y dedíquense humildemen­te a trabajar para promociona­r todo aquello que incentive el desarrollo, el progreso, la creación de riqueza, la equidad y más puestos de trabajo. Solo así el pueblo se sentirá suficiente­mente pagado y podrán cosecharse frutos para todos.

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