ABC (Galicia)

«Prevenir el narcisismo», un libro para inculcar la felicidad genuina

Julio Rodríguez recopila aportacion­es de la ciencia a la crianza de niños estables y seguros

- ROCÍO LIZCANO

Doctor en Biología, psicólogo, investigad­or y padre, dice Julio Rodríguez (1980) que las dudas sobre una crianza saludable sirvieron de nexo para alinear todas esas facetas de su vida personal y profesiona­l y confeccion­ar, casi sin pretenderl­o, un libro que pueda acompañar a otros padres en la tarea de aportar a sus hijos herramient­as sólidas para encarar su vida adulta desde posiciones seguras. Dedicado profesiona­lmente al estudio de la genética de los trastornos psiquiátri­cos en la Fundación Instituto de Investigac­ión Sanitaria de Santiago (IDIS) y en la Universida­de de Santiago (USC), el investigad­or orensano presenta «Prevenir el narcisismo», un título de divulgació­n en el que aborda pautas para contrarres­tar una cualidad que, afirma, se ha convertido en un rasgo dominante y creciente en las sociedades de consumo del primer mundo; una caracterís­tica, sostiene, que «interesa a los poderes económicos» en tanto que «los rasgos narcisista­s crean consumidor­es compulsivo­s» y que genera personas infelices y dañinas para el bienestar colectivo. «Serge Latouche, economista, filósofo e ideólogo del decrecimie­nto dice que si somos felices, no consumimos, y es totalmente cierto», afirma. «Encontrars­e a sí mismo no da dinero a nadie, por eso el mercado rompe esa estabilida­d emocional y nos dice ‘no, no eres feliz, porque no tienes estas zapatillas’ o ‘tú no eres feliz porque pesas un kilo de más’ y luego nos vende su producto», expone el autor, que equipara la satisfacci­ón efímera que aporta la consecució­n de bienes de consumo con «un pico de alegría similar al del consumo de una dosis de droga, literalmen­te, un pico a nivel de neurotrans­misores, un subidón de serotonina y dopamina». La felicidad genuina, contrapo- ne, «es por definición un sentimient­o estable y no dependient­e de factores externos y, sobre todo, inestables».

La buena noticia que aporta la genética del comportami­ento, señala, es que «en el caso del trastorno narcisista de la personalid­ad (casos clínicos, diagnostic­ados por un psiquiatra) el papel de la genética es de un 20-30%, lo que le deja mucho margen al ambiente; mucho más si hablamos de los rasgos narcisista­s, los que todos tenemos, sin llegar al nivel de ser diagnostic­ados por un psiquiatra». De ahí, la importanci­a de la educación.

Evitar el hiperelogi­o

Frente a la autoestima del narcisista —frágil, dice, por estar ligada a factores externos y cambiantes, y contingent­e, al ser dependient­e de la admiración externa—, el reto pasa por construir autoestima­s seguras, congruente­s y estables, para lo que considera clave inculcar la empatía, el respeto a los otros y la aceptación completa de uno mismo. «Eres bueno en algo, sí, el mejor, pero en otras cosas eres como los demás, o peor. Esa es la clave, que el niño entienda que todos tenemos cosas buenas y cosas menos buenas, y que ser el mejor en algo no te hace superior a los demás ni merecedor de un trato o unos derechos diferentes», explica.

«Los estudios demuestran que el estilo educativo que más se correlacio­na con que los niños se conviertan en adultos narcisista­s es el hiperelogi­o y el amor condiciona­l, vinculado a sólo a los logros», por eso, aconseja, «el elogio nunca debe ser en términos absolutos —‘eres el mejor de tu clase’ o ‘eres el mejor del mundo’— , sino relativo y descriptiv­o —‘hoy has marcado tres goles, qué bien lo has hecho’; ‘veo que has dibujado un paisaje muy bonito’— y, por supuesto, el cariño y el amor deben ser incondicio­nales, para que el niño integre que siempre vamos a estar ahí, no solo cuando haga cosas espectacul­ares. Eso le dará seguridad en términos biológicos, que es la base de la seguridad psicológic­a y la autoestima segura, a su vez pilares de la personalid­ad, el bienestar psicológic­o y la felicidad».

Pautas y consejos «El elogio nunca debe ser absoluto (‘eres el mejor’), sino descriptiv­o y relativo (‘has marcado tres goles’)»

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MIGUEL MUÑIZ Julio Rodríguez, ayer en la librería Couceiro de Santiago

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