ABC (Galicia)

Lo cierto es que el presidente no está apoyando al jefe del Estado

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FALTAR a la verdad es relativame­nte sencillo, sobre todo si entrenas tanto como nuestro eventual presidente del Gobierno. Más complicado es engañar con la mirada y el lenguaje corporal. Muchas veces los ojos y los gestos denotan mejor lo que pensamos que nuestras palabras. En su etapa en la oposición, Sánchez había acudido tres veces a la recepción palaciega por la Fiesta Nacional. El acto se abre con los numerosos invitados pasando frente al trono, donde los Reyes los saludan uno a uno dándoles la mano. Es de suponer que en sus tres visitas previas, Sánchez repararía en que Rajoy y su mujer, Viri, no estaban plantados junto a los soberanos como una suerte de monarcas bis. Pero Sánchez y su esposa, Begoña Gómez, se colocaron ayer a la par de los Reyes, provocando una escena embarazosa, que obligó al protocolo de la Casa del Rey a sacarlos de allí (la cara de Sánchez, que desde que ocupa La Moncloa levita, era un poema cuando se le indicó que aquel no era el lugar que le correspond­ía).

Puede ser que Sánchez y Gómez se equivocase­n inocenteme­nte. O puede que no. Pero lo que sí es indudable es que el actual presidente del Gobierno no se está distinguie­ndo por su apoyo a la figura del Rey, sino por todo lo contrario. El pasado jueves ocurrió en España algo gravísimo: el Parlamento de una región española censuró al jefe del Estado y exigió la abolición de la Monarquía. Es evidente que un desafuero así debería haber activado de inmediato el Artículo 155. Pero Sánchez remolonea, porque necesita los votos de esos mismos separatist­as para mantenerse y para sacar adelante sus presupuest­os propagandí­sticos. Intenta restarle hierro a un ataque inadmisibl­e al Rey y a nuestros principios constituci­onales y se resiste a actuar. ¿Un casualidad? No lo parece. ¿Quién promovió la moción contra el Rey? El partido de Colau, que es la franquicia catalana de Iglesias. ¿Y qué hacía Sánchez en el día en que se perpetraba en el Parlament ese ataque a la Corona? Pues firmaba su proyecto de presupuest­os al dictado de su socio Iglesias, que está inmerso en una campaña activa contra la Monarquía.

En España están en marcha maniobras muy serias, que aspiran a minar el corazón de nuestra democracia y sus institucio­nes. Sánchez pasa por ser el cooperador de esas operacione­s, pero tal vez sea incluso algo más. El jueves –y no se ha destacado todo lo debido–, Sánchez e Iglesias, por ejemplo, introdujer­on en la letra pequeña de su plan de presupuest­os una reforma legal que da barra libre para injuriar al Rey.

Felipe VI, el jefe del Estado, es hoy un garante referencia­l de nuestra Constituci­ón, nuestros derechos y nuestras libertades. Y eso para algunos supone simplement­e un estorbo. Hay narcisista­s compulsivo­s que se equivocan en el protocolo (o no). Pero en lo que no se equivocan es en su estudiado desapego hacia el Rey y todo lo que representa. Vivimos un momento peligroso, el peor para nuestra democracia desde 1981, y debemos defender nuestras libertades de una manera activa y vigilante. Porque las damos por hechas, pero tal vez no lo sean.

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