La otra cara de la moneda del Brexit
Como ya sabrán, el Brexit no va según lo previsto, si es que existió un plan. Las negociaciones han llegado a un punto muerto. Nuestro Gobierno no sabe lo que quiere y la probabilidad de un escenario «no deal Brexit» es desagradablemente alta.
En Salzburgo, Theresa May tuvo que enfrentarse a una dosis amarga de realidad. Se encontró sola ante una Europa unida que ahora abandonamos, y para muchos de nosotros contra nuestra voluntad, en particular los británicos que viven en España. Aunque dijo a los tres millones de ciudadanos de la UE que viven en el Reino Unido: «Nuestros amigos, vecinos y colegas, queremos que se queden», a nosotros no nos dijo nada.
Se calcula que 1,3 millones de ciudadanos británicos viven en los otros Estados miembros. Al igual que los jóvenes ciudadanos europeos que van al Reino Unido, venimos para estudiar, trabajar y vivir. Nos integramos, contribuimos, aprendemos el idioma y agradecemos la hospitalidad que España nos ha mostrado a cambio. Fundamentalmente, somos sus amigos, vecinos y colegas. Somos británicos, pero compartimos una identidad europea común con nuestros vecinos, de la que estamos igualmente orgullosos. El Brexit sólo crea incertidumbre y nuestro país nos ha dado la espalda. Por eso esperamos que nuestros amigos españoles nos ayuden a garantizar nuestros derechos y a preservar nuestra identidad europea. Queremos quedarnos.