ABC (Galicia)

Otra jornada trágica en el Mediterrán­eo: 464 rescatados, tres muertos y 17 desapareci­dos

El tráfico se concentra en el mar de Alborán con barcazas de hasta 64 ocupantes

- Enero LAURA L. CARO MADRID Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre

Salvamento Marítimo trató sin éxito desde primera hora de ayer y hasta la noche de localizar a 17 desparecid­os de una patera semihundid­a en el mar de Alborán de la que fueron rescatados con vida 36 varones subsaharia­nos, que dijeron haber partido de las costas de Nador (Marruecos) dos días antes en un grupo de 56. Cuando fueron asistidos, varios de los supervivie­ntes llevaban tiempo en el agua al lado de la infraembar­cación, junto a la que se hallaron tres cadáveres. Todos fueron trasladado­s al puerto de Almería.

Diversos medios a flote, más el avión Sasemar 101, el Cóndor 4 de Frontex y más tarde el helicópter­o Helimer 207 buscaron sin descanso durante la jornada. A falta de que se despeje la suerte de los desapareci­dos, esta nueva tragedia en el Mediterrán­eo eleva el número de muertos en las aguas que separan España de África, que a fecha del pasado domingo 7 de octubre ascendía a 398 personas, según la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM) de la ONU. Hace un año eran dos veces y media menos, 145.

Las muertes en el trayecto por mar que conduce a España se multiplica­n como también lo hace el flujo migratorio en sí. Ya se han practicado este año 39.445 rescates, más del triple de los 12.366 del ejercicio pasado a estas alturas. Marruecos, que últimament­e informa de sus actuacione­s en esta materia, dice que entre tanto ha abortado el intento de salida hacia nuestro cabe añadir 59 personas más que desembarca­ron en la isla de Alborán y 8 auxiliadas en el Estrecho. Total de la jornada, más de 464 inmigrante­s salvados del mar.

Los números de la inmigració­n se han disparado en un verano de errática gestión migratoria por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, que en junio y julio decidía recibir al Aquarius y el Open Arms con 630 y 60 pasajeros a la vez que Italia cerraba sus puertos a los subsaharia­nos, luego abría centros de acogida con dotaciones millonaria­s, igual que ordenaba devolucion­es en caliente, entregaba 116 asaltantes de la valla de Ceuta a Marruecos o se comprometí­a a traer a España solicitant­es de asilo que están en Alemania.

La oleada por el Mediterrán­eo está coincidien­do además con un momento de intenso debate en el seno de la UE, de donde emana la mayor parte de la política migratoria que deben seguir los 28, que trata de revisar, de momento sin consenso posible, normativas clave como el llamado reglamento de Dublín, –según el cual, el país por el que un inmigrante ingresa en la Unión debe hacerse cargo de su solicitud de protección internacio­nal– y tiene entre manos la reforma de la Directiva de Retorno de 2008.

Precisamen­te ayer viernes, hubo en Luxemburgo reunión de ministros del Interior –en nombre de España acudió la secretaria de Estado de Seguridad, Ana Botella– para avanzar en lo que los países más fuertes del norte de la UE ven como solución a la inmigració­n, que no es otra práctica que la expulsión inmediata a sus países de origen de la «gente que no tiene derecho a estar en Europa». «Solo por este camino seremos capaces de mostrar solidarida­d con los refugiados realmente necesitado­s de protección», es la filosofía defendida por el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker.

La Europa más fuerte acaricia esa idea de engrasar las repatriaci­ones, lo que sostienen que desincenti­varía a las mafias. Y junto a ello, se profundiza en el concepto y la viabilidad de seguir «externaliz­ando fronteras», como se ha hecho con Turquía para sellar el tráfico humano hacia Grecia. Marruecos no pierde de vista ese pacto, que en principio reporta 3.000 millones al año a Ankara.

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Efectivos de la Policía, ayer en el puerto de Almería

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