«El patriotero ignorante es tan peligroso como el independentista»
cultural, sociológico, o musical y hasta poético. —Los portugueses y los franceses marcaron una buena pauta. La pregunta es: ¿vamos a privarnos de lo que tienen que aportar los militares porque puedan carecer alguna vez del mismo método histórico? En el tomo de las batallas, los movimientos tácticos son esenciales. No conozco ningún académico capaz de explicarlos como un profesional. —¡Muchísimo! Hoy se tiende a la especialización y no se puede saber de todo. Como historiador general me han dado muchas lecciones mis colegas especialistas y como investigador he aprendido. El trabajo es enormemente enriquecedor y diverso en la interpretación. Se pone al día también en esas formas honradas de interpretar la historia. Todas son plausibles, desde los hechos ciertos. No puedes discutir quién ganó la batalla pero sí el porqué.
—Por ejemplo, un estudio sin precedentes del ejército de Al Andalus de María Jesús Viguera. Otro sobre el ejército de Euskadi de Juan Pablo Fusi. El siglo XIX considerado en su totalidad no tenía un estudio como el del tomo dirigido por Miguel Artola. O lo poco que se sabía de la nonata bomba atómica española, escrita por su protagonista, un general especializado. Estuvimos a punto de conseguirla, teníamos la tecnología y los medios, pero no se permitió... Entre 1959 y 1970 España hizo prácticamente lo que están haciendo ahora los iraníes. —El mundo militar se concibe hoy desde otros parámetros. Escribían en las academias militares una historia que subrayaba lo idealizado, porque el fin no era hacer ciencia sino elevar la moral. Pasó en todos los países del mundo. La historia puede enseñar moral militar o también su ausencia, incluso estudiar la cobardía. Hoy el Ejército español es también un ejército culto desde el punto de vista científico. Admite y estudia las victorias y las derrotas de su historia, por supuesto, porque tenemos historia para dar y tomar. —España es Europa mucho antes de ingresar en la UE, desde siempre. Nunca