ABC (Galicia)

El escollo

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para resolver el complicado problema de la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. También incluía un mecanismo de reserva, para el caso de que el Reino Unido abandone esa unión aduanera, y que consistirí­a en establecer ciertos controles en la circulació­n de mercancías entre la isla de Gran Bretaña y la provincia de Irlanda del Norte. Este es el punto más complejo de todos y la clave de todo el acuerdo. Bruselas quiere una garantía lo bastante sólida de que podrá aislar desde el punto de vista del mercado único a Irlanda del Norte del resto de Gran Bretaña en caso de necesidad y eso es algo que los partidario­s del Brexit radical no aceptan en ningún caso.

La líder del partido Democrátic­o del Ulster (DUP) Arlene Foster, de cuyos diputados depende la mayoría que sostiene a May en el Parlamento, estuvo la semana pasada en Bruselas para hablar con Michel Barnier y salió diciendo que «prefería una salida sin acuerdo que un mal acuerdo». Todo lo demás está ya tan claro que Barnier ha enviado de vuelta a sus anteriores puestos a casi todos los La solución para el mecanismo de salvaguard­a de la frontera irlandesa sigue siendo el obstáculo funcionari­os que había congregado para ayudarle en los aspectos más técnicos de la negociació­n. De alguna manera, la segunda parte del acuerdo, que es la declaració­n política sobre las relaciones futuras, depende también de la fórmula que defina el acuerdo de salida ordenada. Y esa fórmula vuelve a rebotar en la exigencia –en la que todos están de acuerdo sobre el papel– de que no haya una frontera física en la isla de Irlanda, como condición para preservar los acuerdos de paz de Viernes Santo.

Ahora el próximo movimiento le vuelve a correspond­er a May, cuya posición es cada vez más complicada porque tiene más adversario­s que apoyos. Los partidario­s del Brexit más duros, como el exnegociad­or británico David Davis, se frotan las manos ante la debilidad de May y afirman que el pánico ha invadido Bruselas por lo que creen que «ahora es el mejor momento para regatear con fuerza para lograr el mejor acuerdo para nuestro país» que por supuesto no incluye ninguna idea de participar en la unión aduanera como propone la primera ministra.

Fecha límite

Por parte europea, se insiste en que el calendario no deja mucho margen de maniobra para nadie. La fecha límite está en la cumbre que empieza este miércoles por la tarde con una cena y que continúa el jueves en Bruselas. La fecha es importante porque marca el comienzo del calendario de ratificaci­ones necesarias para que este acuerdo entrase en vigor antes del próximo 29 de marzo, que es la fecha en la que se producirá jurídicame­nte la salida del Reino Unido de la UE. Todos los parlamento­s nacionales tienen que dar su visto bueno a este tratado, aunque la ratificaci­ón

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