ABC (Galicia)

Caro Eduardo, caro amigo,

- ÁLVARO ALCÁZAR ÁLVARO ALCÁZAR

En 1982 mi madre, Carmen Gamarra, junto con Isabel Garrigues, trajo bajo el brazo, en un avión desde París, una exposición de dibujos y pinturas de Eduardo. En esa inauguraci­ón te conocí. Han pasado 36 años de aquella noche; 36 años en los que hemos vivido de todo. Hemos tenido épocas buenas y otras no tan buenas. Hemos peleado juntos, hemos viajado, hemos comido, nos hemos reído hasta llorar y así, hemos creado un lazo de unión muy fuerte que se mantendrá siempre.

Eduardo, has sido más que un artista de la galería. A ti he acudido con mis preguntas y has sido mi consejero. Muchas veces has sido crítico con mis planteamie­ntos artísticos, pero siempre desde el respeto y la amistad. Tus juicios, casi siempre acertados, han estado marcados por la experienci­a, la inteligenc­ia y la cultura. Has sido una de las personas más brillantes que he tenido la suerte de conocer y, sobre todo, la suerte de poder formar parte de tu vida.

Eduardo, fuiste libre y valiente en todo lo que hiciste.

Te echaremos de menos, querido amigo. HA SIDO 36 AÑOS GALERISTA DE EDUARDO ARROYO El fallecimie­nto de Eduardo Arroyo supone una inmensa pérdida para el arte español contemporá­neo. Al artista madrileño la muerte le ha sorprendid­o trabajando intensamen­te con nosotros –aunque en las últimas semanas, que estuvo hospitaliz­ado, a través de su asistente– en la organizaci­ón de una exposición centrada en la Bienal de Venecia de 1976 que se inaugurará en noviembre. Eduardo siempre criticó que nadie hubiera hecho nada con aquella muestra que marcó una época y el cuadragési­mo aniversari­o de la Constituci­ón nos ha parecido el momento perfecto. En 1976, recién muerto Francisco Franco, el pabellón español de Venecia permanecía cerrado y Arroyo hizo posible que la Bienal dedicase el pabellón central a «España, vanguardia artística y reali- dad social», una cita que unía el arte español desde el pabellón de la República de 1937 hasta los quehaceres de su propia generación y que marcó un antes y un después, coincidien­do con la llegada de la democracia. Aquel empeño es muy significat­ivo del carácter y la personalid­ad de una de las figuaras claves de la cultura y el arte españoles.

Arroyo ha sido un trabajador infatigabl­e. Y su abanico de intereses era muy amplio, desde la literatura y la música, pasando lógicament­e por la pintura, hasta el boxeo, con una vertiente de periodista y sobre todo polemista. Su obra es la de alguien que se ha alimentado de imágenes con ese inmenso interés por todo. Las referencia­s al Prado, desde Velázquez hasta Goya, son constantes, pero no se limitaban a unos pocos maestros. A esa capacidad de renovar la mirada a la tradición se añadió siempre un componente singular, la capacidad que solo tiene alguien que amaba tanto la literatura y el periodismo como él y que por tanto puso un elemento narrativo en primer término en sus obras. Esa ha sido una caracterís­tica de su estilo desde los años sesenta hasta ahora, como lo fue la crítica que surge ya en «Los cuatro dictadores», una de sus obras más importante­s. No hay que olvidar que participó activament­e en Mayo del 68 y produjo carteles, obras gráficas de las que tenemos muestras en el Reina Sofía.

Con esa vasta formación y su carácter ácido y crítico con la sociedad que le rodeaba se hizo imprescind­ible. Era muy culto y ha sido también uno de los artistas más polémicos, desde los años sesenta. Criticó cosas diferentes en cada momento y ha sido fiel a sí mismo hasta el final. Es un ejemplo. Su muerte supone una enorme pérdida.

 ?? ABC ?? «Los cuatro dictadores», obra de Arroyo de 1965 en la que caricaturi­za a Franco, Salazar, Hitler y Mussolini
ABC «Los cuatro dictadores», obra de Arroyo de 1965 en la que caricaturi­za a Franco, Salazar, Hitler y Mussolini
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