ABC (Galicia)

Otra prueba de que la democracia española no está amenazada por la ultraderec­ha. Lo está por la izquierda en auge

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PROBABLEME­NTE muchos de los lectores de ABC no son consciente­s del acoso al que son sometidas cada día las ideas que se propagan desde estas páginas. De hasta qué punto tiene el lector de ABC ante sí un reducto de libertad. Y de lo cuesta arriba que se está poniendo esta batalla. Algunos lectores quizá recuerden la columna que publiqué el pasado sábado titulada «Contra la Corona» –con perdón de la autocita, pero no tengo mejor forma de ejemplific­ar el caso. Como no les será difícil recuperarl­a por alguno de los medios disponible­s, me limitaré a recordar que abordaba en ella el acoso al que está sometida la Monarquía desde los partidos que cogobierna­n España. Un partido propone la abolición de la Monarquía y sostiene a un Gobierno que propone derogar el delito de injurias a la Corona. Una mera descripció­n de los hechos que concluía diciendo que la semana pasada habíamos vivido el más grave ataque a la Monarquía desde su reinstaura­ción en 1975.

El pasado domingo, mi colega Hermann Tertsch tuvo la amabilidad de difundir en Twitter el artículo y tras su distribuci­ón el artículo fue rebotado por una persona anónima bajo la rúbrica @adaller1. Yo denuncio habitualme­nte a los que usan Twitter desde el anonimato. Algunos subimos nuestros artículos y opiniones a esa red con nombres y apellidos y nos exponemos a que nos rompan la cara por hacer uso de nuestra libertad de expresión. Pero en el caso que nos ocupa, @adaller1 se limitaba a reproducir mi artículo íntegramen­te. Aunque desconozco quién hay tras esa dirección de Twitter, parece relevante que exhiba la bandera de Tabarnia. Un tiempo después, mi artículo aparecía censurado con un cartel acompañado de la siguiente explicació­n: «El siguiente contenido multimedia puede contener material que puede herir la sensibilid­ad de algunas personas», razón por la que no estaba disponible.

Hombre, yo admito que en la segunda frase del artículo hablaba del «analfabeti­smo funcional del presidente en palacio» a raíz de la bochornosa actuación el viernes del doctor Sánchez y señora. Pero de ahí a que pueda «herir la sensibilid­ad» de alguien...

El 29 de enero de 2014, a raíz de una intervenci­ón mía en «Al rojo vivo» en La Sexta –sí, yo también fui un tonto útil que ayudó a hacerse ricos a los amigos de esa izquierda– me amenazaron en Twitter. Un usuario llamado @rober_roj me decía «@perezmaura eres chusma por tus comentario­s, propagandi­sta a sueldo. Muerto deberías estar en lugar de los que pasan hambre. #Mauragentu­za». Otro falto de cariño, que respondía al nombre de @enderfox, me decía «@perezmaura ojalá lo maten pronto;)». Y un tercero, me indicaba «@perezmaura Y la deuda de los bancos que la pague tu puta madre si tienes dinero. Muérete». Al menos este no pedía que me mataran. Presenté las correspond­ientes denuncias asistido por Carlos Bueren. Twitter jamás tuvo a bien ayudar lo más mínimo a identifica­r quién estaba detrás de esas amenazas. Supongo que debían de pensar que la sensibilid­ad de mi madre y mis hijos es de piedra y no tenía por qué sentirse herida por que quisieran matarme o injuriasen a mi madre. Eso da igual. Pero que en España alguien haga una defensa de la institució­n que encabeza nuestro Estado con la legitimida­d de los siglos, refrendada por todos los españoles por referendo el 6 de diciembre de 1978, eso sí. Eso hiere la sensibilid­ad de cualquiera.

Otra prueba de que la democracia española no está amenazada por la ultraderec­ha. Lo está por la ultraizqui­erda en auge.

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