Hungría prohíbe a los sin techo dormir en la calle
El Gobierno de Viktor Orban defiende que la nueva normativa pretende garantizar para las personas sin hogar unas condiciones mínimas de vida
ROSALÍA SÁNCHEZ
Lla plaza está desierta. Impoluta. El lunes entró en vigor una enmienda constitucional que prohíbe a las personas dormir en las calles y obliga a la Policía a ordenar el traslado a un refugio a cualquier ciudadano sin domicilio. La tercera desobediencia en el plazo de 90 días autorizará su detención y entrada en prisión, además de la destrucción de todas sus pertenencias.
«Stop Soros»
La nueva norma se suma al paquete «Stop Soros», el conjunto de reformas que también ha prohibido la actividad de ONG que ayudan a los inmigrantes ilegales y devuelve a la realidad leyes anteriores contra los sin techo que el Tribunal Constitucional Húngaro había echado por tierra. «No se trata de castigar a esas personas, queremos ayudarlas», ha justificado el secretario de Estado de Recursos Humanos, Bence Rétvár. «El Gobierno miente cuando dice que hay camas para todos en los refugios, estamos hablando de unas 30.000 personas y no hay más de 11.000 camas», reprocha Jutka Lakatos, que durante siete años vivió en la calle y fue una asidua a Blaha Lujza. A los afectados no se les puede preguntar hoy su opinión porque desde la noche del domingo se ocultan. «Ahora la mayor parte de nuestro trabajo consiste en buscarlos y será más complicado conforme avance el invierno», afirma la asistente social Zoltan Havasi, «la mayoría no irán voluntariamente a los albergues, llevamos años intentándolo». Según la ONU son 50.000 las personas sin techo en Budapest. «¿Qué delito han cometido? No se puede criminalizar la carencia de vivienda, se trata solo de gente que trata de sobrevivir…», protesta en vano Leilani Farha, desde Naciones Unidas.
El Gobierno del primer ministro Viktor Orban ha argumentado que la nueva ley pretende proporcionar condiciones de vida adecuadas para las personas sin hogar y ha reservado dinero para ayudarlos, concretamente 9.000 millones de florines (27,9 millones de euros) en el presupuesto de 2018 y un millón adicional para ampliar las capacidades de alojamiento. «La gente quiere ver la ciudad limpia», explica el doctor Tibor Ivanyi, que dirige el pequeño hospital privado para personas sin hogar de Oltalom, «de alguna forma piensan que cuando los sin techo no estén ya en las calles, todo habrá vuelto a estar en orden».