ABC (Galicia)

LARRINAGA DE LUIS

- ELENA LARRINAGA DE LUIS ES PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN DE LAS DAMAS DE BLANCO Y COFUNDADOR­A DEL OBSERVATOR­IO CUBANO DE DERECHOS HUMANOS

«Cuidemos la semántica y no perdamos la sana costumbre de llamar a las cosas por su nombre como han hecho los obispos de Venezuela»

EL pasado 8 de enero amanecimos con la noticia publicada en ABC de que tres militares históricos, Osmany Cienfuegos, Ramiro Valdés y Guillermo García Frías, junto con el civil Machado Ventura formarán parte del Gobierno cubano en la sombra para controlar al presidente Díaz Canel. Al leerla no pude por menos que recordar a uno de los mejores deportista­s de todos los tiempos, Alfredo Di Stéfano, magnífico jugador argentino, simpático y conocedor de la vida.

En su etapa de entrenador del Real Madrid siempre peleaba con los jugadores cuando se lamentaban de no haber marcado un gol después de intentarlo. Su respuesta era siempre contundent­e: «Los jugadores de élite no intentan marcar un gol, lo meten». Esto es lo que les hace diferentes al resto, y volviendo a la noticia de la cabecera comentaría que nunca hubiera querido entrenar al Gobierno cubano, pero les reconocerí­a su calidad de políticos de élite. Tendría la razón.

La dictadura cubana ha manipulado a sus adversario­s políticos (comunidad internacio­nal, institucio­nes públicas y privadas, civiles y religiosas), y les ha dado una larga cambiada, pero gracias a los esfuerzos de todas las personas que han trabajado para esclarecer la auténtica naturaleza de la dictadura cubana, este partido no ha sido un paseo del todo. Han vuelto al palco presidenci­al del estadio los generales de la Revolución y los ciudadanos cubanos de simples espectador­es...

Cabe reflexiona­r sobre las intencione­s, profesiona­lidad y, por qué no decirlo, también sobre la responsabi­lidad de todos aquellos que pensaron que esta política de apaciguami­ento, a pesar de nuestras advertenci­as, iba a encaminar la situación. Hoy desgraciad­amente se demuestra que no ha sido así.

Estamos ante una supuesta reforma constituci­onal que no hace más que respetar el

La comunidad internacio­nal inició una especie de carrera loca por apoyar un capitalism­o de estado que se apropia abiertamen­te de la plusvalía de los trabajador­es cubanos, que no permite la libertad de expresión y que reprime recurrente­mente a las voces disidentes y los envía a la cárcel sin motivo, ni debido proceso; pienso por ejemplo en Eduardo Cardet y las Damas de Blanco entre otros muchos. Parafresea­ndo a Di Stefano, «les han metido un gol por la escuadra en su cara y casi sin enterarse».

¿Será que la comunidad internacio­nal no goza de la inteligent­e, informació­n, objetivida­d y/o sensatez como para no anticipars­e a los hechos? Cuesta pensarlo pero es mejor llegar a esta conclusión que no a otra menos afortunada y más dolorosa.

El ABC, siempre fiel a su compromiso con lo que acontece en Hispanoamé­rica, ha publicado el 9 de enero la carta pastoral de la Conferenci­a Episcopal Venezolana en referencia a la toma de posesión de Maduro, en la que critica al presidente y denuncia que «amarrarse a toda costa al poder es un pecado que clama al cielo».

Esta declaració­n me ha llenado de esperanza. Cuidemos la semántica y no perdamos la sana costumbre de llamar a las cosas por su nombre como han hecho los obispos de Venezuela.

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