«EMPLEADO DEL MES»
Si algo va a cambiar en la diplomacia de EE.UU., es la vergonzosa relación de Trump con Rusia
El «New Yorker» fue el primero en ironizar con que en uno de los rutilantes salones del Kremlin se exhibía un gran retrato de Donald Trump con un pequeño cartel que decía: «Empleado del mes». Luego vino la inolvidable cumbre bilateral de Helsinki, celebrada en julio de 2018, y el chascarrillo inicial se trasformó en un vergonzoso espectáculo cuando todo el mundo pudo contemplar en directo la relación servil entre el presidente de Estados Unidos y Vladímir Putin.
Después de cuatro años de inexplicable tortícolis geopolítica hacia Moscú, el nuevo Gobierno de Estados Unidos no quiere seguir pasando por alto las «cositas» de Putin: Ucrania, incentivos en Afganistán para atacar a soldados del Pentágono, reiteradas injerencias electorales, crecientes ofensiva de hackeo, y el caso Navalni. A pesar de la necesidad de cooperación, la Administración Biden no está dispuesta a seguir mirando hacia otra parte. Por eso, si algo va a cambiar en la política exterior americana va a ser el cheque en blanco extendido a esa Rusia que en defensa propia parece dispuesta a conquistar el mundo, aunque sea chupito a chupito de Novichok.
En cualquier caso, mucho no se van a tener que esforzar en Washington en la estela de un Trump con cero credibilidad en todo lo relacionado con Putin. Y toda la sospechosa complicidad del expresidente, en detrimento incluso de sus servicios de inteligencia y de sus militares, que solamente se puede entender como el resultado de la madre de todos los kompromat.
El compromiso del nuevo ocupante del despacho oval es multiplicar el coste real de las trasgresiones perpetradas por un Putin que según Biden lidera un régimen tan autoritario como cleptocrático. Al mismo tiempo, la Casa Blanca tiene que seguir manteniendo un mínimo de entendimiento aunque solo sea para prolongar durante cinco años el tratado de reducción de armas nucleares New Start, el último de los acuerdos bilaterales iniciados durante la Guerra Fría.
En definitiva, se trata de volver a resetear una relación bilateral que hasta ahora ha sido bastante desequilibrada.