La carraca
El populismo de si este puede vacunarse o tiene que hacer cola está de vuelta de tantos otros populismos que se hicieron antes. Los políticos tienen que vacunarse. Los militares tienen que vacunarse. Y la Policía. Y los Reyes. También los jueces. Sirven y hay que protegerlos. La polémica no puede considerarse ni un debate. La dimisión del Jemad ha sido el momento público más estúpido de España en los últimos tiempos, y eso que estupidez nos ha sobrado. Es verdad que las cosas hay que hacerlas y hay que explicarlas. Por eso el principal problema del populismo es el populismo de vuelta, la demagogia, la carraca. Cuando llegas al poder y tienes que hacer lo que criticabas. Y lo haces, pero lo escondes, hasta que inevitablemente te acaban pillando, y ni entonces tienes las agallas de explicar la verdad e inútilmente tratas de continuar engañando a tus votantes. Bueno, inútilmente o quizá no, porque vuelven a votarte. Es desesperante el nivel que los españoles estamos demostrando. El falso debate de las vacunas. Las cosas en Cataluña podrían quedar igual tras las elecciones: no puede decirse que seamos demasiado espabilados. El rey de Marruecos se ha vacunado y bueno, tampoco es que sea un gran ejemplo de «si las cosas se hacen bien, no pasa nada», porque por ganas que se le tengan a Pedro Sánchez, a él podemos atacarle, e insultarle, y a Mohamed, en cambio, «comunicar» no le hace falta. Para qué, si a los que se quejan puede eliminarlos.