Miles de agentes de la Policía Nacional compiten por conseguir destino en Galicia, la comunidad donde más difícil es lograr plaza fija, con una media de 15 años de espera
Galicia diez años y ha pasado por tres destinos. En su caso su pareja lo acompañó hasta hace poco, pero con el reciente nacimiento de su hija el matrimonio decidió establecer su domicilio en Lugo, que es donde cuentan con el respaldo de los abuelos. «En más de una ocasión nos hemos planteado abandonar e instalarnos en Madrid, pero un gallego siempre tiene morriña», aclara, por lo que su vida ahora se reduce a viajar cada vez que puede, «sabiendo que es lo mejor para mi hija». Como Iván son muchos los policías que viven separados de sus pequeños, y que cada semana deben emprender viaje para reencontrarse con ellos. A la falta de estabilidad por no lograr un destino definitivo cerca de los suyos se suman los problemas económicos. Subsistir en ciudades como Madrid es caro, así que muchos comparten piso o alquilan habitaciones. Sacrificio y resignación son términos que abundan en los testimonios de quienes acumulan años de lucha para lograr una meta tan deseada como escurridiza, que llega a condicionar su día a día por completo.
Seis viajes al mes
«La vida lejos de nuestras familias es dura, porque cuando surge cualquier complicación siempre la tienes que afrontar solo», valora un policía que ha llegado a hacer seis viajes mensuales para cuidar de su mujer y de su hija de tres años. Él, como muchos
Sin poder acercarse Moverse a un destino más cercano penaliza a los agentes que lo aceptan, que pierden puntos al hacerlo
otros, se queja de que nunca ha podido cambiar de destino porque aceptar una plaza en una ciudad más próxima a la suya implica perder baremo de cara a un concurso futuro. Es una de las críticas más comunes entre quienes compiten por Galicia porque, explica Roberto González, secretario general del SUP, «si quieres ir a Santiago, pero aceptas una plaza en Ferrol, te vas a perpetuar allí». De ahí que ir aproximándose al objetivo final no sea una opción muy valorada y muchos apuesten por aguantar en su puesto para acumular más antigüedad.
«La incertidumbre es molesta, te inquieta, porque muchos en este cuerpo vivimos con la maleta en la mano y después de tantos años llegas a pensar como imposible ese destino, parece que es un momento que nunca llegará», resumen uno de los policías que quisieron colaborar en este reportaje. Sus testimonios se recabaron unas horas antes de que la Dirección General de la Policía diese a conocer el borrador de las últimas concesiones de destino, el pasado martes. Un listado que puede haber cambiado ya la vida de algunos de ellos, mientras otros muchos seguirán a la espera un año más.