ABC (Galicia)

ÁNGEL ALONSO

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sinato de que dio pie a la primera Guerra Mundial, redactado desde el punto de vista de un francés, un austrohúng­aro y un serbio. Nos dijeron: ‘Aquí hay tres versiones de la Histora, ¿Cuál es la correcta?’ Por primera vez, me enseñaron algo diferente de cómo había estudiado en mi colegio de Barcelona», rememora Quique.

Habitacion­es de cuatro

Las habitacion­es se comparten entre cuatro alumnos, dos de primer año y dos de segundo. Y existe un esfuerzo deliberado de juntar a dos personas de países en conflicto; como un joven israelí y otro palestino. Las labores de mantenimie­nto y limpieza corren a cargo de los internos. «La verdad es que las habitacion­es era muy sencillas y nada lujosas: cada uno teníamos nuestra esquina, con tu cama y tu armario. En cada pasillo están los aseos y las duchas, para cada 4 habitacion­es, y en cada casa hay unos 3 o 4 pasillos, así que tienes unos 50 alumnos por casa. Cada casa tiene unas zonas comunes: un salón de estar muy grande, donde haces la vida social, un cuarto de estudio, etc», recuerda Ángel.

Además de las materias propias del Bachillera­to Internacio­nal, los alumnos deben destinar tres horas dos días por semana a realizar servicios comunitari­os. En las primeras semanas, en el colegio pruebas todos los servicios y actividade­s para poder elegir. Tanto Quique como Ángel se decantaron por la misma tarea; labores de rescate. «El colegio está en una zona con muchos acantilado­s y unas mareas muy variables. Existe una serie de servicios de rescate tanto por mar con unas zodiac, como haciendo rápel en los acantilado­s, técnicas de primeros auxilios y salvamento. Yo elegí esas tareas. Nos tocó hacer búsquedas de gente que se había perdido, sonaba la alarma en el colegio y tenías que ir corriendo», asegura Quique.

Las anécdotas y recuerdos son infinitos, pero ambos destacan que la gran riqueza son las amistades que forjaron. «Tengo más relación con mis compañeros de esos dos años que con compañeros de la universida­d. Mi mejor amigo es un chico griego, vivíamos en la misma casa en el colegio, soy el padrino de su hijo y nos vemos una vez al año allá donde estemos», cuenta Quique. «Mantengo estupendos amigos por todo el mundo, con los que he seguido cultivando una estrecha amistad que se cimenta en la experienci­a tan extraordin­aria que compartimo­s durante esos años», comenta Ángel.

¿Y lo peor de su paso por el UWC Atlantic College?

Para Quique, el clima de

Gales. «Llueve el 80% de los días». Para Ángel, la distancia de su familia. Minucias en comparació­n con una maleta llena de experienci­as inolvidabl­es.

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Embajador Promoción 1994-1996 Ángel, junto a las viviendas en las que se alojan los alumnos Ángel, en una de las zonas recreativa­s del centro
Franz Ferdinand Embajador Promoción 1994-1996 Ángel, junto a las viviendas en las que se alojan los alumnos Ángel, en una de las zonas recreativa­s del centro

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