‘Cachitos’ de servicio público
Pero parece que el asunto de los rótulos metidos como lluvia fina sectaria se ha hecho fuerte en la cadena y esta semana alcanzaba su (hasta el momento) cénit con ese formidable «Leonor se va de España, como su abuelo» con el que desde los Informativos de RTVE, en su edición mañanera, se resumía la noticia de que la Princesa de Asturias va a estudiar en Gales el Bachillerato Internacional. No es una anécdota. Hay muchos ejemplos que indican que (sin lacitos naranjas en la solapa y con aquellas camisetas negras ‘contra la manipulación’ en el armario) ese sirimiri tiene vocación de convertirse en chaparrón sectario, mucho más sutil que el zarrapastroso rótulo de la Infanta Leonor, más propio de la barra de un bar tras atizarse tres destilados que de un informativo. Más ejemplos, de este enero. Telediario de mediodía. «Una cosa más –dice la presentadora–, está previsto que la Agencia Europea del Medicamento autorice las nuevas vacunas» y de fondo en el plató, a todo lo que da la pantalla, una foto de Illa sobre una enorme señera y con el rótulo: «Illa precandidato».
RTVE presenta a veces un curioso parecido con una especie de tardo-adolescente isla de Nunca Jamás, sin reglas y donde suceden hechos tan extraordinarios como que a la administradora provisional le dure casi tres años la «provisionalidad», tiempo en el que ha subcontratado media parrilla de informativos a productoras externas en una casa con 6.540 empleados. Así, en el Nunca Jamás de Rosa María Mateo han llegado a coincidir hasta cuatro equipos para cubrir la misma noticia: uno de ‘Las cosas claras’, otro de ‘La hora de La 1’, uno más del Telediario y un cuarto de los informativos territoriales. Pese al despliegue, la cadena tuvo en 2020 su peor año histórico de audiencia (un 9,3%). Y con este panorama, a los españoles les cuesta al año casi 500 millones (cinco zendales, que teclearía el rotulista de los parentescos) RTVE, donde a este paso solo van a quedar ‘cachitos’ de pluralidad y servicio público.