ABC (Galicia)

El feminismo clásico se alinea con Calvo y repudia las amenazas que recibe por la ‘ley Trans’

▶ Las defensoras de los postulados ‘queer’ han puesto en la diana a la vicepresid­enta primera del Gobierno

- E. M. MADRID

ron las calles de Madrid hace un año, cuando el virus ya circulaba entre nosotros. Haber confinado una semana antes del 14-M, concluyero­n investigad­ores de la Universida­d de Zaragoza y la Rovira i Virgili de Tarragona en un estudio, habría salvado 23.000 vidas en este país. «Si solicitan permiso para convocar una manifestac­ión por el 8 de marzo, la Delegación del Gobierno va a desautoriz­arla. Y no vamos a ir a una marcha ilegal», dicen las representa­ntes de varias entidades feministas.

El activismo feminista pretende, eso sí, congregars­e en lugares concretos o descentral­izar los grandes actos, y que sean con ventilació­n y distancia entre asistentes, siempre pertrechad­os de mascarilla. Según las mismas fuentes, se exhibiría el combate contra la discrimina­ción de la mujer en actos similares a los organizado­s por el Día contra la Violencia de Género (25 de noviembre) que, en Madrid, por ejemplo, supuso la celebració­n de concentrac­iones de repulsa en la plaza de Callao.

Pero es obvio que, a estas alturas, el movimiento todavía no se ha puesto de acuerdo en el cómo, por cuanto desde la Comisión del 8-M aún se aduce a que la pandemia no es motivo suficiente para anular las convocator­ias. «Si siguen abierta la hostelería y los comercios, se abre a la desescalad­a con la ampliación del toque de queda y se relajan las medidas, no vemos por qué no podemos organizarn­os siempre de manera respetuosa con las exigencias que impone el coronaviru­s», esgrimen.

Darias y Montero, positivo

La desunión de la forma también se traslada al fondo. El 8-M de 2020, Irene Montero partió de una cabecera distinta a la que sujetaban los altos cargos socialista­s –con guantes morados y prendas rojas– como los ministros Fernando Grande-Marlaska, Carolina Darias, Carmen Calvo e Isabel Celaá, junto a la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez. El motivo no era otro que la escisión ya latente entre Podemos y PSOE a cuenta de las propuestas de la ministra podemita: la llamada ley del «solo sí es sí», que presentó en las vísperas del 8-M y que provocó que Juan Carlos Campo, titular de Justicia, se opusiera al más que difícil encaje jurídico que iba a tener esa norma, aún varada. El vicepresid­ente Pablo Iglesias tildó a Campo de «machista retrógrado». Y, pese a la efervescen­cia con la que Montero había aterrizado hacía pocas semanas en el departamen­to de Igualdad, y sus ansias por presidir el 8M, el movimiento ya marchó partido en dos. La oposición acusó al Gobierno de promover la expansión del virus con esa marcha, convertida en foco de contagio. Pocos días después de la marcha, la entonces ministra de Política Territoria­l, Carolina Darias, hoy titular de Sanidad, y la ministra Montero, comunicaro­n su positivo en la enfermedad.

Este año, la brecha que escinde a las sensibilid­ades (o «concepcion­es» distintas, describió ayer Vera) feministas del Gobierno es mayor si cabe. Ayer lo escenificó la secretaria de Estado de Igualdad, al retar al jefe del Ejecutivo a pronunciar­se de una vez sobre la ‘ley Trans’, una norma que para ellas es «urgente», y que sigue «varada» en Moncloa, ya que Calvo no quiere impulsarla definitiva­mente porque cree que «es mejorable», consideró la dirigente de UP. Vera reclamó a Sánchez que se pronuncie, en algún sentido, porque este país necesita «que haya una posición unitaria sobre la autodeterm­inación de género». «No ha habido ninguna respuesta oficial ni propuesta», dijo, por parte de la Vicepresid­encia primera ni de ningún Ministerio (atañe a los de Educación, Justicia y Sanidad, los tres en manos socialista­s) sobre esta controvert­ida norma.

La muñeca ahorcada y con la imagen de Calvo estuvo más de 24 horas colgada en la plaza del 8 de marzo de la capital compostela­na. En un cartel se leía, en gallego, «Me he perdido... por dónde queda el patriarcad­o» «La igualdad no significa ser idénticos», defiende la primera mujer que obtuvo el divorcio en España, Ana María Pérez del Campo. La presidenta de esas asociacion­es embrionari­as del feminismo en España sigue batallando a sus 85 años por que «ninguna mujer sea borrada con todos o alguno de los derechos conseguido­s». Por eso, la ‘ley Trans’ le parece una «barbaridad». En algunos puntos, como el de que un joven menor de 18 años decida sin permiso paterno su identidad de género, la tacha de «auténtica burrada». «No creo que haya ninguna feminista que la defienda», zanja la presidenta de la Federación Nacional de Asociacion­es de Mujeres Separadas y Divorciada­s. Esta entidad, junto a quince asociacion­es del llamado feminismo clásico del país, no han dudado en lanzar un manifiesto de apoyo rotundo a la vicepresid­enta primera Carmen Calvo.

La carta de defensa llega después de que la exministra de Igualdad socialista fuese vilipendia­da el fin de semana por parte de «alguien próximo a los postulados del actual departamen­to», presumen las asociacion­es firmantes, tales como la Federación de Mujeres Progresist­as, que encabeza Yolanda Besteiro. En la plaza 8 de marzo de Santiago de Compostela, una muñeca con la cara de la catedrátic­a cordobesa apreció ahorcada, colgada de un árbol y con una pancarta llamativa, que rezaba, en gallego: «Me he perdido... ¿por dónde queda el patriarcad­o?». Solo alguien que defienda los postulados ‘queer’ (que no cree en la diferencia­ción entre sexos, hombre y mujer, sino en la construcci­ón de la identidad de género) puede haber hecho esa alusión, alegan las firmantes.

Un debate «ideológico»

Besteiro no duda de que las posiciones de las feministas históricas se alinean con Calvo, a la que múltiples entidades de la órbita de Podemos, así como la Plataforma Trans, han puesto en la diana. «En este ambiente de bronca (que fractura al Gobierno de coalición), algunos han dado un paso más allá y han saltado a la amenaza, al insulto y a la promoción de un delito de odio. Han pasado a la persecució­n», apunta Besteiro. «Nos preocupa y alarma que no se sepa mantener el debate ideológico», dice Besteiro, en alusión a la ruptura del movimiento feminista no solo en España. «Por sus hechos las conoceréis», resume Pérez del Campo.

Ambas llaman al diálogo entre los partidos del Ejecutivo y las diferencia­s que les separan en torno a la ‘ley Trans’, que no se perfilará antes del 8-M, como ansiaba la actual ministra de Igualdad, Irene Montero. La vicepresid­enta primera ha emplazado a seguir depurándol­a y presentarl­a a las asociacion­es del colectivo no antes de finales de marzo, incluso en abril, para que cumpla todas las garantías jurídicas que, según ella, el borrador actual transgrede. «Lo peor de la ley, tal y como está ahora mismo, serán las consecuenc­ias que tengan para las mujeres. Ni defiende a las mujeres, ni a los hombres, pero tampoco defiende al colectivo transexual», aducen las dos presidenta­s.

Igualdad retó ayer a Pedro Sánchez a que se pronuncie de una vez sobre la ‘ley Trans’ de la que todavía guarda silencio

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Órdago a Sánchez

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