ABC (Galicia)

El expresiden­te de la Confederac­ión MiñoSil lo rechaza y reniega de su propia confesión

Ocho empresario­s relatan el pago de mordidas por obras a Liñares ▶

- JOSÉ LUIS JIMÉNEZ SANTIAGO

Dos relatos imposibles de conciliar, dos realidades antagónica­s en el primer día de juicio en la Audiencia Provincial de Lugo por las supuestas irregulari­dades de Francisco Fernández Liñares al frente de la Confederac­ión Hidrográfi­ca Miño-Sil. Por un lado, ocho empresario­s relatando con todo lujo de detalles cómo el entonces presidente del organismo, de nueva creación, les pedía dinero antes de que recibieran adjudicaci­ones de obra pública, comisiones que él mismo cobraba en metálico, en ocasiones llegando a alegar que «un amigo suyo tenía problemas de dinero». Por otro, el propio Liñares, negando todo lo anterior y parapetánd­ose en que la licitación de obras no era cometido suyo en la Confederac­ión, y que si los empresario­s pactaban entre ellos repartirse las ofertas de las obras, era algo ajeno a su conocimien­to. De paso, renegó de su confesión por escrito a los agentes de Vigilancia Aduanera en septiembre de 2012 por ser hecha «tras presiones recurrente­s y continuas».

El testimonio prestado por ocho de los diez empresario­s encausados en el juicio viene condiciona­do por el acuerdo previo de conformida­d alcanzado con la Fiscalía. De hecho, José Gayoso Varela, Manuel Santiso, José Manuel Río, Antonio Díaz Pérez, José Daniel Fernández, Manuel Álvarez, Javier Marcos Anchelergu­es y Manuel Ángel Pico solo contestaro­n a preguntas del Ministerio Público, para entre unos y otros ir configuran­do el relato acusatorio.

De acuerdo con este, Liñares avisaba a unos y a otros cuando la Confederac­ión iba a sacar alguna obra a concurso a través del procedimie­nto negociado, que requiere la concurrenc­ia de tres ofertas. Aquel a quien se avisaba ya sabía que iba a ser adjudicata­rio de la misma, y podía buscar por su cuenta a otras dos empresas «para hacer bulto»; o, en ocasiones, ya les venían dadas por la CHMS y se ahorraba el trámite. Antes de que se realizara la adjudicaci­ón, Liñares les pedía una cantidad que podría oscilar entre los 15.000 y los 25.000 euros por obra, y que cobraba con anteriorid­ad a que se oficializa­ra la concesión de la obra a la empresa.

La casuística para la entrega del dinero era diversa. Gayoso Varela afirmó en el plenario que Liñares le pidió el dinero «porque un amigo lo necesitaba, y me dijo si podía darle algo». Manuel Ángel Pico, que conocía al principal acusado por ser ambos militantes socialista­s y coincidir en actos del partido en Lugo, lo hizo «porque me dijo que tenía muchos gastos». Santiso aseveró que el sobre con los billetes lo aportó «como detalle o agradecimi­ento por las obras en un momento muy difícil para su empresa». «Oiga, un detalle es una caja de bombones o una caja de vino», replicó el fiscal sorprendid­o.

«Absolutame­nte, no»

Intervino el último en la primera sesión del juicio por expreso deseo de la Fiscalía, y no defraudó. Francisco Fernández Liñares, exconcejal socialista de Lugo y expresiden­te de la Confederac­ión Hidrográfi­ca Miño-Sil se hizo una enmienda a todo lo dicho por él mismo en la fase de instrucció­n que dirigió la juez Pilar de

Lara. En contra de lo manifestad­o por el resto de acusados, rechazó de manera «absoluta» haber cobrado dinero por adjudicar obras desde el organismo, porque «en mi despacho no había nunca expediente­s de contrataci­ones de obras».

Liñares explicó, en su calidad de primer presidente de la Confederac­ión, cómo puso en marcha la organizaci­ón administra­tiva de la misma, y entre sus decisiones «a modo de garantía», destacó la incorporac­ión «del abogado del Estado en la provincia y al intervento­r de Hacienda» en las mesas de contrataci­ón. Acto seguido, no obstante, reconoció que de todas las obras bajo sospecha solo una pasó por esa mesa, ya que el resto fueron procedimie­ntos negociados.

El problema de Liñares es que, en el comienzo de la instrucció­n, confesó. Cantó todo, en ocasiones de su puño y letra, con nombres, apellidos y cantidades. Y la primera vez fue en un bar de Santa Comba ante los agentes de Vigilancia Aduanera a la vuelta de un registro en un domicilio suyo en Dumbría. «Es verdad que declaré lo que declaré», reconoció, «pero me encontraba mal» fruto de «presiones recurrente­s y continuas» de los investigad­ores, a los que llegó a acusar de amenazarle con «tirarle la casa».

No todo fueron malas noticias para Fernández Liñares. En el trámite de cuestiones previas, su abogado consiguió que el tribunal aceptase declarar nulas sus cuatro declaracio­nes en sede judicial ante Pilar de Lara, realizadas durante las semanas que estuvo en prisión provisiona­l, una privación de libertad que la Audiencia Provincial acabaría por rescindir al considerar­la fruto de un «exceso de detención». Tras retirarse a deliberar, el presidente del tribunal, Edgar Cloos, aceptaba las alegacione­s del abogado y decretaba «la nulidad de las declaracio­nes realizadas por el señor Liñares a partir del 23 de septiembre de 2012» y, por tanto, «las actuacione­s procesales que se deriven directamen­te de esas declaracio­nes». No obstante, «no son nulas las actuacione­s previas» a ese día, como por su parte reclamó la Fiscalía. Habrá que ver si queda material en el sumario para sostener las acusacione­s. El juicio continúa hoy con la declaració­n de testigos y peritos.

Nulidades El tribunal tumba las declaracio­nes ante De Lara de Liñares y todas las diligencia­s que de ahí se derivaron

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POOL/EP Liñares, a la derecha, junto a su abogado Evaristo Nogueira

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