«Si esos asesinos nos miraran a la cara se seguirían riendo del dolor que han causado»
Marimar Blanco Hermana de Miguel Ángel Blanco ▶ «Es hora de recuperar el ‘¡Basta ya!’ contra tanta humillación de este Gobierno a las víctimas», reclama
Doblemente amargo, o triple...tratándose de Txapote, –confeso de haber agarrado la cabeza de Miguel Ángel para descerrajarle el tiro–, y en las fechas en que se anuncia su mejora de cárcel, el desgarro de Marimar Blanco es inmenso. Hoy se cumple un año del fallecimiento por Covid de su madre, un año y quince días del de su padre, y justo ayer, en vísperas, tuvo que recibir la noticia de que el ejecutor de su hermano, el etarra Javier García Gaztelu y su novia, también condenada por el crimen, dejarán la cárcel de Huelva para ser internados en otra a mitad de camino del País Vasco. En Estremera, Madrid. Donde vive ella, para más escarnio.
«Es lamentable que nos reabran las heridas con cada acercamiento de los asesinos de nuestros familiares, porque no son presos: son terroristas asesinos que no han pedido perdón, que se sienten tremendamente orgullosos de su pasado y que si nos miraran a la cara se seguirían riendo del dolor causado», clama en conversación telefónica con este diario. Y recalca: «A-se-si-nos, sanguinarios jamás arrepentidos». Lo hace desencajada en ese saber estar tan digno de las víctimas del terrorismo, sin una palabra más alta que otra, sin ese ‘maldito sea, ojalá y se...’ que a otro cualquiera se le vendría a la boca. A las víctimas no les sale, enseguida piensan que eso les rebaja al nivel de los pistoleros.
La fuerza social y el coraje
Lo que sí pide es una reacción social. La que se desató en 1997 tras el crimen de Miguel Ángel mostró la fuerza de la calle, hasta entonces nunca vista. No falta quien señala que ahí mismo el principio del fin de ETA. «Ha llegado la hora de recuperar el ‘¡Basta ya!’ que gritábamos, decir ‘¡basta ya!’ contra tanta humillación de este Gobierno y tanto daño a la memoria, porque es insoportable». «Inasumible», agrega más tarde.
En realidad, Marimar no encontraba ayer del todo palabras suficientes para expresarse. «Siento una tristeza y un dolor tremendo», trataba de explicarse, reconociéndose ella misma «incapaz de transmitir todo el sufrimiento» por el que estaba atravesando. Pero sí que lo transmitía.
Coge aire. «Es inasumible lo que estamos viviendo... luego harán homenajes, el paripé de la destrucción de armas... pero siempre he dicho que la memoria se defiende todos los días con hechos. De nada me vale que Pedro Sánchez ponga cara de pena cuando se muestra más cerca de los verdugos que de las víctimas». Eso es algo, que añade, «España no se merece» y que identifica como un «pago» del actual presidente del Ejecutivo a los herederos de ETA con tal de mantenerse en el poder. Esa queja que arrastran como un miserere las asociaciones de víctimas, también la Fundación de Víctimas del Terrorismo de la que Marimar Blanco fue presidenta hasta 2020, aunque no encuentran ningún amparo. Solo oídos sordos.
De ahí que, a pesar del sobrecogimiento por lo injusto de la situación –las víctimas otra vez llorando, los etarras otra vez celebrando acercamientos y alegrías– prevalece el coraje, aunque de vez en cuando flaqueen las energías. «No vamos a callarnos, –avisa Marimar–, no vamos a permitir que nos callen... se lo prometí a mi hermano de cuerpo presente hace ya casi 24 años y es algo que en estas circunstancias jamás olvido, que seguiré alzando la voz».
El paripé de Sánchez «Es inasumible lo que estamos viviendo, luego harán el paripé de la destrucción de armas... pero la memoria se defiende todos los días»
Alzar la voz «No vamos a callarnos, no vamos a permitir que nos callen... se lo prometí a mi hermano de cuerpo presente hace ya casi 24 años y es algo que jamás olvido, que seguiré alzando la voz»