Biden prepara una subida de impuestos antológica
▶ Los republicanos ya han rechazado su gran plan de gasto en infraestructuras
«no es colonia» de Estados Unidos y que no debe explicaciones ni favores a nadie. Se trata de un cambio radical de actitud con respecto a Trump, con quien el dirigente mexicano tenía una gran sintonía.
Solo el martes dejó la Casa Blanca que un reducido equipo de periodistas visitara uno de esos centros de detención de niños, en la localidad texana de Donna. Esos periodistas, de la agencia Ap, distribuyeron después fotos de la masificación de las celdas de plástico, en las que los menores duermen sobre esterillas. Según informaron, en ese conjunto de celdas en el que debería haber como mucho 250 personas para poder respetar la distancia de seguridad por la pandemia, había más de 4.000 menores internados. Había en total ocho celdas de plástico, de casi 300 metros cuadrados, con 500 ocupantes en cada una.
El presidente Biden le ha encargado a la vicepresidenta, Kamala Harris, que supervise la respuesta a la crisis migratoria, y él mismo anunció recientemente que piensa visitar esas instalaciones para supervisarlas personalmente.
El coste del gran plan de infraestructuras de Joe Biden –dos billones de dólares o 1,7 billones de euros– y el hecho de que este vaya asociado a una considerable subida de impuestos ya enfrenta a la izquierda del Partido Demócrata con los centristas de su partido y los republicanos, quienes boicotearán ese paquete de gasto histórico en el Capitolio. Tras la promesa de renovar las carreteras, ampliar la red de ferrocarriles y mejorar los aeropuertos hay una subida de tributos antológica, sin parangón desde 1993.
Ayer Biden tuvo su primer consejo de ministros en la Casa Blanca desde que llegó al cargo, y en él se centró en este gran paquete de infraestructuras, que vende ahora como la parte central de lo que será su legado, tras el estímulo para sortear la crisis del coronavirus. Su gabinete lo conforman, en total, 16 personas, y ayer el presidente encargó públicamente a
Centro de acogida de menores no acompañados en la ciudad de Donna, Texas los responsables de Transporte (Pete Buttigieg), Energía (Jennifer Granholm), Vivienda (Marcia Fudge), Trabajo (Marty Walsh) y Comercio (Gina Raimondo) que coordinen la tramitación del gran paquete de infraestructuras.
Lo tienen complicado, porque ayer el influyente líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, prometió que su prioridad es hacerlo descarrilar por el gasto que supone y los impuestos que va acarrear. «Mi opinión con respecto a infraestructuras es que debemos construir lo que podamos permitirnos y no sobrecargar la economía con grandes aumentos de impuestos o ampliar todavía más la deuda nacional», dijo ayer.
Es cierto que los republicanos están hoy en minoría en el Senado, pero por un solo escaño, y tienen vías para demorar o bloquear proyectos de ley con los que no comulguen. Además, hay un puñado de demócratas centristas enfrentados al ala izquierda de su partido que tampoco ven con buenos ojos semejante aumento del gasto público, más después de que el rescate por la pandemia fuera de dos billones de dólares, todos gastados a cuenta de la deuda pública.
«Todo oídos»
Tras esas críticas del republicano McConnell, la portavoz de la presidencia, Jen Psaki, dijo en su rueda de prensa que la Casa Blanca espera entonces una alternativa de financiación de un plan de infraestructuras por parte de los republicanos. «Somos todo oídos», dijo Psaki, quien además añadió que Biden espera que la ley correspondiente, con el gasto público asociado, esté lista antes del final de verano. También prometió Trump un paquete de infraestructuras, pero no logró presentarlo.
De momento no hay detalles sobre la subida de impuestos asociada a ese gran paquete de gasto, pero por lo que ha dicho el propio Biden hasta la fecha, la carga tributaria solo aumentará sobre las empresas y sobre aquellos contribuyentes que ganen más de 400.000 dólares al año. Además, la Casa Blanca dejará que venza una serie de deducciones fiscales que aprobó Trump en 2017 cuando los republicanos controlaban las dos cámaras del Capitolio. Ya se ha enfrentado, además, Biden a las grandes empresas de EE.UU. con esta promesa de subirles los impuestos. Tanto la Cámara de Comercio como lobistas que representan a grandes compañías como AT&T, FedEx, Kimberly-Clark, Home Depot, y UPS han criticado duramente los planes del equipo en la Casa Blanca.