Archivo de la SGAE
La memoria histórica del teatro lírico español en unos anaqueles ▶ El Palacio de Longoria esconde un tesoro documental de valor incalculable
Quien quiera conocer la historia del teatro musical español –con la zarzuela como columna vertebral– debe necesariamente pasar por el sótano del Palacio de Longoria. Allí se encuentra el Centro de Documentación y Archivo (Cedoa) de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Custodiada por un equipo que dirige Mariluz González Peña, reúne un ingente material documental «con manuscritos de Barbieri, Chapí o Chueca, entre otros compositores españoles; partituras de música sinfónica o de cámara, partituras de ‘música comercial’ (de 1940 a 1985), una de las bibliotecas teatrales más completas del país y otros fondos como artículos de prensa, carteles o fotografías».
Lo cuenta con una pasión contagiosa Mariluz González Peña, una asturiana que se encuentra como pez en el agua entre unos legajos a los que trata con mimo de artesano. A su cargo trabajan siete personas que, como el resto de los trabajadores de la SGAE, están inmersos en el ERTE y que hace unas semanas llegaron a temer por su futuro ante los rumores –después acallados– de una progresiva desmantelación del Cedoa.
Sinesio Delgado y Chapí
El archivo de la SGAE nació al tiempo que la propia entidad, fundada el 16 de junio de 1899 (entonces era SAE, Sociedad de Autores Españoles). Sus ideólogos fueron Sinesio Delgado y Ruperto Chapí; y precisamente el compositor de zarzuelas como ‘La revoltosa’ o ‘La tempestad’, «que siempre se había resistido al poder de los editores y gestionaba su propio archivo» –relata González
Peña–, depositó sus fondos personales en la recién creada entidad. «Hubo un par de años de lucha con Florencio Fiscowich, el editor más importante de la época, pero el éxito especialmente de tres obras: ‘Doloretes’, ‘El género ínfimo’ y ‘La señora capitana’ permitió a la SAE poner a los teatros y a las compañías en el brete de tener que elegir entre el archivo de Fiscowich o el suyo; y como el de la Sociedad de Autores era más rápido y más barato, todos lo eligieron. De modo que en 1901 Fiscowich vendió su archivo a los autores, y lo mismo hicieron otros editores
En los archivos se guardan un buen número de partituras de canciones, como estas dos de un joven Joan Manuel Serrat menores; en ese momento se concentró en la Sociedad de Autores toda la producción de teatro musical español, que era de lo que vivían realmente los autores y lo que entretenía al público de entonces».
Desde entonces, cuenta la responsable del Cedoa, el archivo no ha dejado de crecer. «Tenemos 2.000 partituras originales de zarzuelas, pero además tenemos 10.000 materiales de zarzuela repartidos en nuestras sedes de Madrid, Barcelona y Valencia (la última obra lírica registrada en el archivo es ‘Fuenteovejuna’, de Manuel Moreno Buendía, estrenada en 1981). Aquí en Madrid –sigue– hay unas 7.000, en el archivo de Barcelona algo más de 4.000 –con un porcentaje importante de zarzuelas en catalán– y en Valencia unas trescientas obras, entre ellas títulos en valenciano... Ya sé que la suma no corresponde, pero es que hay títulos del repertorio –‘Luisa Fernanda’, ‘Doña Francisquita’, ‘El barberillo de Lavapiés’, ‘La Gran Vía’...– que están en las tres sedes porque las compañías las hacían con frecuencia. Hay un importantísimo archivo de música sinfónica, con más de 40.000 partituras, que va creciendo porque cada vez que un compositor registra una obra entrega la partitura y aquí se cataloga y se archiva; vienen entrando unas cien o ciento cincuenta partituras a la semana, incluso el año pasado, con la pandemia. Hay también libretos de teatro lírico y teatro ‘declamado’; unas cinco mil fotografías –una gran parte de ellas proviene de Ángel Andrada, durante muchos años archivero de la SGAE– y otros documentos como autógrafos, cartas, programas de mano, folletos o carteles. Buena parte del archivo proviene del legado depositado allí por instituciones y particulares, entre ellos herederos de autores e intérpretes; en total son más de cuarenta».
Una parte importante del trabajo del
Cedoa es la digitalización de los materiales. «Para poder hacerlo todo necesitaríamos varias vidas –bromea González Peña–. Tenemos unos 66.000 documentos digitalizados. El archivo de originales, que es lo básico, está prácticamente completo. Y después seguimos con los legados, porque en los convenios que se firman, con las familias queda claro que tenemos que catalogarlos y digitalizarlos. Hemos hecho ya algunos, como los legados de Francisco Alonso, José Serrano y Enrique Escudé-Cofiner».
El Teatro de la Zarzuela, asegura la
CHAPÍ El autor de ‘La Revoltosa’ fue quien inició el archivo al depositar aquí sus obras
El archivo conserva autógrafos de personajes ilustres, como estas palabras que dedicó Benito Pérez Galdós en mayo de 1914 a la actriz Loreto Prado