ABC (Galicia)

En la segunda parte debutó el centrocamp­ista Blanco; también jugaron Chust, bien de titular, y Arribas

-

Empezaba el Madrid en Getafe sus once finales, diez más una (la final). Once fueron los partidos que tuvo Zidane cuando retomó al equipo tras Solari; once fueron los partidos al volver del confinamie­nto para ganar la última Liga. Y estos once se presentan como una cuenta atrás de partidos vitales, tesitura en la que el Madrid se ha encontrado mejor.

El problema en Getafe era casi de quórum. Los jugadores del Madrid se han puesto a lesionarse a la vez, como las amigas que se embarazan. Aun así, Zidane se las ingenió para dar descanso a Kroos y Benzema. Sin ellos, y sin todos los demás, el Madrid perdía su hexágono de seguridad, eso que es mucho más que un pasillo de los que hablaba Luis Aragonés. Para su fortuna, aún quedaba Courtois, que evitó otro gol cantado en el inicio (minuto 7) y Modric, que se convirtió en el cinco, el Casemiro, el centro de todo. Parecía la única neurona, cerebro al que fueran todos los nervios. El equipo tenía tendencia a partirse: por un lado, Modric y la defensa; por otro, todos lo demás.

El mediocampo del Madrid se constituía con mediapunta­s y delanteros falsificad­os como centrocamp­istas, casi forzados impostores. Rodrygo se iba al centro para aprovechar su exquisito juicio en el toque corto. No eran medios pero hacían de medios. Tampoco eran claramente delanteros.

El Madrid era, además, débil por alto, y no controlaba el partido como de costumbre, no tenía ese mazacote de fútbol experto, esa megaestruc­tura de clase en el centro, así que el partido salió liviano, ligero, ofensivo y hasta ingenuo, como sus futbolista­s. Hubo un gran intercambi­o al principio, idas y venidas, con más ocasiones del Getafe. Chust le sacó una muy clara a Mata, que después tiraría al palo.

En el Madrid, Militao era de lo mejor, y arriba se respondía al Getafe con balones a Mariano, que se quedó un par de veces en el ‘ay’ del gol, a muy poco, por un fuera de juego infintesim­al o por un remate que se fue ralentizan­do a medida que se acercaba a la portería.

Poco más tenía el Madrid, que se defendía como podía y salía brioso, pero sin peligro al contragolp­e. Faltaba el apoyo de la izquierda. Isco y Marcelo, perímetros distintos, parecían boyas de un fútbol extinto, en intentaban reunir entre los dos, como calderilla, vestigios de jerarquía suficiente; Vinicius solo era reconocibl­e en una larga carrera y Asensio quedaba latente.

Tuvo un poco más la pelota el Madrid, pero muy poco, la diferencia de alguna masticació­n de Isco, y el Getafe llegó más y con más peligro. Aleñá, por ejemplo, la mandó alta en el 45. El Madrid parecía frágil, pero a la vez (y esto es una mera intuición) protegido por algún escudo invisible, algún halo de potra indemostra­ble. No obstante, necesitarí­a algo más en la segunda parte. El descanso de Kroos y Benzema parecía mucho lujo.

El Madrid se fue vertebrand­o en Militao, Modric y también en Isco, que se iba calentando. La velocidad de Vinicius no era explotable porque estaba Djené y Marcelo parecía ya un holograma de nostalgia perdiendo balones. Así

 ?? AFP ?? Paradón de Courtois después de un remate de Unal
AFP Paradón de Courtois después de un remate de Unal

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain