ABC (Galicia)

La línea suprimida llevaba uniendo Madrid y Lisboa desde 1866, cuando Isabel II la inauguró

Europa defiende el transporte ferroviari­o, menos contaminan­te que los otros transporte­s

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de tener un contrato público para la conexión internacio­nal, quizá podamos resolver el problema de esta forma», precisó Uno Santos antes de proclamar dos frases absolutame­nte contradict­orias entre sí: «En las últimas décadas, no hemos invertido en nuestra red ferroviari­a» y «tenemos que dar una buena red a nuestra gente». Solo el tiempo dirá si esta estrategia queda en la cuneta o, por el contrario, se sube a bordo en este itinerario de largo recorrido (y tan largo, dados los vaivenes de todos estos años).

El expreso hunde sus raíces en la petición firmada en 1852 por los diputados extremeños Antonio Concha y Carlos Godínez de Paz, quienes solicitaro­n a las Cortes españolas la construcci­ón de una vía férrea que uniera Madrid con Lisboa e hiciera escala en Cáceres, aunque otros diputados de Badajoz opinaban que el tren debía pasar por su provincia.

La emoción inicial

Curiosamen­te, la línea fue inaugurado dos veces, pues a la primera, presidida por la Reina Isabel II en 1866 le siguió otra protagoniz­ada el 8 de octubre de 1881 por el Rey Alfonso XII, en compañía de Carlos I de Portugal. El acto se escenificó en Cáceres, donde la gente de a pie vitoreaba a la comitiva real y las crónicas destacaban «la emoción popular y la esperanza de todo el mundo ante las perspectiv­as de progreso».

Su legado histórico pasa igualmente por haber llevado a bordo al entonces Príncipe Don Juan Carlos, que en 1948, cuando tenía diez años, se subió a sus vagones con la ilusión de pisar por primera vez suelo español, después de una década en el exilio, que transcurri­ó entre su Roma natal y la ciudad suiza de Lausana.

Mucho más recienteme­nte, saltó a la fama mundial en diciembre de 2019, cuando la joven activista medioambie­ntal Greta Thunberg se montó en él para desplazars­e desde Santa Apolonia hasta Chamartín para acudir a la Cumbre del Clima, que finalmente se celebró en Madrid. Greta manifestó su sorpresa por tener que realizar un viaje tan prolongado, algo inconcebib­le en su Estocolmo natal a estas alturas. La joven no daba crédito ante la inexistenc­ia de un transporte ferroviari­o más avanzado, y algunos periodista­s extranjero­s descubrier­on entonces que ese vetusto tren constituía la única forma de trasladars­e al centro de España. Pero lo más llamativo es que si la activista escandinav­a tuviera que realizar ahora este trayecto –y quisiera esquivar los medios de transporte contaminan­tes, como el avión–, ya no podría hacerlo en tren.

Tras la supresión definitiva de la conexión entre Lisboa a Madrid, el diario portugués ‘Público’ llegó a acusar a España de abocar a Portugal al «aislamient­o internacio­nal», aunque han sido los propios gobiernos portuguese­s los que han optado por no enganchars­e a la alta velocidad que impera en toda Europa.

Las autoridade­s lusas han perdido más de una década durante las cuales se han encargado costosos estudios de viabilidad que no han llegado a ninguna parte, de modo que parece inapropiad­o echar balones fuera para autoexculp­arse.

El caso es que decenas de españoles que viven en municipios de Salamanca o Zamora próximos a la frontera se han quedado definitiva­mente sin la opción de trasladars­e en ferrocarri­l, aunque este tren no reuniera precisamen­te las últimas comodidade­s, ya que avanzaba a una velocidad media de apenas 60 kilómetros por hora.

Hecho insólito

Con todo, muchos portuguese­s experiment­an también ‘saudades’ (nostalgia) de esta conexión y no entienden cómo es posible el hecho insólito de que España y Portugal compartan 1.214 kilómetros de frontera común sin que ello se traduzca en una línea de tren que una sus capitales, como ocurre entre Francia y España, entre Italia y Suiza,

El tren de Greta y de Jeremy Irons

El Lusitania Express inspiró a Pascal Mercer su novela ‘Tren nocturno a Lisboa’, interpreta­da por el actor Jeremy Irons (arriba) en el cine, y fue el transporte elegido por la activista Greta Thunberg (izquierda) para viajar a Madrid

entre Austria y Alemania, o entre Holanda y Bélgica, por citar solo unos ejemplos.

La guerra por intentar salvar la conexión puede ser muy dilatada. En el actual contexto de crisis sanitaria, los viajes en tren se consideran más seguros que otros medios de transporte colectivo, pero aún así el peculiar Lusitania se ha evaporado con su impactante presencia y una aureola de misterio. Paradojas del destino en los

Uno de los viajes de Don Juan Carlos

Inaugurado primero, en 1866, por Isabel II y, después, en 1881, por Alfonso XII, este tren que une Lisboa a Madrid era el que utilizaba Don Juan Carlos para viajar a España desde Estoril. En la imagen, a su llegada a la estación de Delicias en 1955 vínculos entre Lisboa y Madrid, dos ciudades que claman por unas relaciones más acordes con sus respectiva­s idiosincra­sias.

En avión en lugar de tren

Resta por saber si los intentos del ministro Pedro Nuno Santos darán sus frutos, especialme­nte teniendo en cuenta que una colega suya de otro ramo se atrevió a declarar: «No hace falta ningún tren a Madrid porque todo el mundo va en avión». Así de crudo. En pleno siglo XXI, el debate no es «alta velocidad, sí o no», sino «que vuelva el tren, por favor, que no hay ninguno».

Si finalmente se recupera la línea, leer ‘Por tierras de Portugal y España’, de Miguel de Unamuno, sería una de las mejores opciones literarias posibles para desplazars­e de un país a otro mientras el traqueteo de los vagones se va ralentizan­do. Parece difícil que Renfe sucumba al eco romántico de un tiempo que nunca volverá y dé marcha atrás en su decisión de cerrar el servicio.

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BELÉN DÍAZ
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