POSTALES
Tras arrogarse la superioridad moral, la izquierda se cree con derecho a decidir que gobernar con la extrema derecha es malo y hacerlo con la extrema izquierda es bueno
L autor de las tres cartas perversas, ¿tenía realmente intención de asesinar a Grande-Marlaska, Pablo Iglesias y María Gámez? Porque, de tenerla, sólo habría dificultado sus planes, alertando del atentado y multiplicando la seguridad en torno a ellos y sus familias, de forma que le iba a ser prácticamente imposible consumarlos. Aparte de saber que los amenazados no iban a dimitir como les exigía. Resumiendo: los motivos eran otros. ¿Cuáles?
Para averiguarlo les ruego que piensen en el sentido más cartesiano posible, el de la duda metódica, según el principio ‘pienso luego existo’, o mejor, en el de ‘Kritik der reinen Vernunft’, ‘Crítica de la Razón Pura’ kantiana, en vez de dejarse llevar por la pasión, las filias y las fobias, que de un tiempo a esta parte parecen el motor de la política española, como en los peores tiempos de nuestra historia. A poco que meditemos, sin
Eembargo, nos daremos cuenta de que hay demasiadas cosas que no encajan, demasiadas casualidades y demasiadas contradicciones para tragárselo sin más. Eso de que justo cuando a la izquierda y su Gobierno le han fallado los intentos de prolongar su mandato, comenzando por el asalto a los fortines del Partido Popular en Murcia, Castilla y León y Madrid, de que la pandemia vaya por la cuarta oleada, de que los fondos de reconstrucción europeos se retrasan y de que Isabel Díaz Ayuso resistiera el primer asalto en tromba contra ella, les ha obligado a tocar generala con el propio Pedro Sánchez, que cucamente evita los cuerpo a cuerpo, y que haya saltado a la lucha por Madrid indica que están al borde de la desesperación.
Y lo más elocuente son esas tres cartas nauseabundas, un verdadero ataque con balas adjuntas de fusiles en desuso, que sugieren militares en la reserva, a las que están saliendo imitaciones de chalados con navajas dentro. Intentan crear un cordón sanitario en torno a Vox, para impedir que gobierne el PP. Pero ellos pueden gobernar con los votos de quienes asesinaron a cientos de españoles y de los que intentan descuartizar España.
Llamamos casualidades a los hechos explicables. Pero cuando las casualidades se acumulan, se convierten en causalidades, causas de los mismos. Pocas veces se habrá visto tan claro el doble rasero de la izquierda. Tras arrogarse la superioridad moral, se cree con derecho a decidir que gobernar con la extrema derecha es malo y hacerlo con la extrema izquierda es bueno. Algo tan burdo como falso. Sólo saben mentir y copiar, tesis o eslogan. El del 4 de mayo es ‘Fascismo o democracia’. Frente al ‘Comunismo o libertad’ de Ayuso. Del fascismo se sale. Del comunismo, no.