La esperanza de
Las academias aumentan su demanda con personas de más de 30 años ante la inseguridad laboral tras el Covid «Permite la flexibilidad a la hora de compaginar con estudios, trabajo, maternidad o paternidad»
Sanidad, Educación, Fuerzas de seguridad, Correos, Administración… la convocatoria de oposiciones en 2021 supera las 4.300 plazas. Casi 1.500 para Administración, 1.200 para el Sergas y 1.600 para profesorado, a las que hay que sumar las pospuestas de 2020. En medio de la fuerte crisis económica, obtener plaza de funcionario parece el oasis con el que sueñan miles de gallegos. «La verdad es que antes de la crisis mi intención era hacer el máster de abogacía, pero hablando con personas del mundo laboral, me recomendaron opositar porque ahora mismo es la salida más segura», cuenta Iago Pérez, opositor a la Administración.
La persona que oposita «no es una persona muy joven, sino con cierta edad, más de 30, con experiencia laboral y que está buscando la estabilidad que la empresa privada no le está permitiendo», informa Alberto Granada, de la Academia Forbe. Además, destaca la aparición de un nuevo perfil, el alumno de más de 50 años. «Antes, con vida laborales más amplias y estables, [los mayores] no se planteaban opositar, pero ahora, después de una vida laboral con gran inestabilidad, o bien ERTES o ERES por la crisis, sí que hay ese nuevo perfil» de opositores de mayor edad, «ante la falta de alternativas». «No es tan acusado como en la crisis el 2008, pero sí que hay gente que no tenía como proyecto de vida la función pública y ahora sí, gente de 40-50 años que oposita sin haberlo hecho antes», cuenta Roberto Rey, preparador de oposiciones para educación en la academia Premir. «Gente que se da cuenta de que su estabilidad, en realidad, no era tanta».
Es el caso de María Isabel Fernández, de 52 años, que llevaba 12 años de profesora particular. Si bien no perdió su trabajo por la crisis, la incertidumbre laboral que sucedió al confinamiento la animó a opositar y apuntarse en las listas del Sergas. «Al principio estaba con miedo, me veía algo impotente, pero desde la academia me animaron diciendo que había gente mayor que yo sacándola», cuenta. Además de este perfil, Granada explica que cada vez hay más «gallegos fuera de Galicia que ven en las oposiciones una oportunidad de retorno. Esta voluntad está motivada por la pérdida de empleo o de replanteamiento vital, a raíz del Covid y los cierres perimetrales, de volver a casa».
Muchos consideran el año Covid como el momento óptimo para opositar, como Luis Maira, que se prepara para un puesto en la Administración
Local. «Paradójicamente, el escenario era el idóneo para comenzar una oposición. Hasta este momento no me he perdido grandes acontecimientos por estudiar simplemente por el hecho de que no han existido». No obstante, el efecto del coronavirus sí afecta a los opositores. «No poder reunirte con otras personas para desconectar, no poder desplazarte o incluso el cierre de bibliotecas en momentos puntuales del año sí que influyeron negativamente» explica. Iago Pérez lo corrobora, pues «al no poder hacer nada y tener menos contacto social, el cerebro parece que no descansa y sigue pensando en el estudio».
Un año peculiar
En ese contexto, las Academias crecen como la espuma. Durante el confinamiento, «mucha gente se dio de baja, y sumado a los costes de proveerse de material» para adaptarse a la semipresencialidad, como cámaras o micrófonos, la situación fue muy compleja, explica Rey. No obstante, con la llegada de las nuevas convocatorias, la demanda se ha incrementado considerablemente. Granada tiene claro que se debe a que «las convocatorias de este año son inusualmente grandes», junto con «una situación laboral precaria, inestable y unas perspectivas no muy halagüeñas».
La adaptación a la nueva normalidad en la academia Premir «fue en su momento bastante locura», segundo Rey, que agradece que el aforo se haya mantenido al 50% de manera estable y constante, lo que da pie a «mucha más seguridad que la que tienen otros sectores, como la hostelería». En la academia Forbe la adaptación consistió en acelerar un proceso que ya existía, según Granada. «Por nuestra metodología, ya estábamos acostumbrados a formar a distancia, con tutorías en remoto y un seguimiento de los alumnos constante».
Para Granada, uno de los puntos fuertes del sistema online es que «permite una flexibilidad total a la hora de compaginar con estudios, trabajo, maternidad o paternidad… y esto es una prevención del abandono». Precisamente el éxito, en muchos casos, depende de la capacidad del opositor para conciliar, algo especialmente crucial en la gente con hijos, afirma. María Isabel Fernández, que trabaja como auxiliar de enfermería mientras prepara las oposiciones, asegura que «no es lo mismo que cuando tenía 20 años. Trabajar, estudiar y atender el hogar me es muy difícil, pero no me arrepiento». Sea por academia o por cuenta propia, lo cierto es que miles de gallegos se preparan para un 2021 donde las oposiciones son el horizonte esperanzador del endeble panorama laboral.