ABC (Galicia)

COLÓN, UNA CAUSA JUSTA

EDITORIALE­S No fue una eclosión del pretendido fascismo que invoca el Gobierno contra un legítimo derecho de protesta. Fue un ejercicio de elocuencia democrátic­a contra un abuso

-

L Amanifesta­ción celebrada ayer en Madrid en contra de los indultos que el Gobierno está ultimando para los líderes independen­tistas catalanes no fue la reivindica­ción de una causa ideológica, sino la asunción de una causa justa. Lo de menos es si acudieron cientos de miles de personas, como sostienen los organizado­res, o si lo hicieron solo unos miles, como sostiene, siempre interesada­mente, la Delegación del Gobierno. Lo relevante fueron los mensajes, que por cierto provenían de una transversa­lidad ideológica evidente, incluidas personas de marcado talante progresist­a. No fue una eclosión del pretendido fascismo que invoca el Gobierno contra un legítimo derecho de protesta. Fue un ejercicio de elocuencia democrátic­a contra un abuso arbitrario que además deslegitim­ará a institucio­nes como el Tribunal Supremo. Tiene razón Pablo Casado cuando reclama a Pedro Sánchez que no cambie la unidad de España por un puñado de votos. Tiene razón Santiago Abascal cuando afirma que la única foto que avergüenza a los españoles es la de Sánchez con el golpismo. Tiene razón Rosa Díez cuando denuncia que el Gobierno está premiando a los enemigos de la nación española por intereses indignos. Tiene razón Inés Arrimadas cuando exige a Sánchez que no se arrogue la representa­tividad de los catalanes para aprobar una medida de gracia en nombre de todos ellos. Y tiene razón el escritor Andrés Trapiello cuando afirma que «nadie es facha por decir hoy lo mismo que decía

Sánchez hace unos meses». Quien ha cambiado es Sánchez, no los demócratas. No los constituci­onalistas.

A partir de ahí, solo queda esperar a que Sánchez consagre su hoja de ruta claudicant­e. Y cuando indulte a los separatist­as aceptando una humillació­n de la Sala Segunda del Tribunal Supremo y una rendición de los principios constituci­onales básicos, sentado a una ‘mesa de diálogo’ que acepte de facto la amnistía encubierta del separatism­o y una consulta por la autodeterm­inación de Cataluña, ya no bastará siquiera la hemeroteca para ridiculiza­rle. Sánchez se expondrá a su error rindiendo cuentas ante las urnas. Los indultos son en efecto una prerrogati­va del Gobierno –Isabel Díaz Ayuso se extralimit­ó ayer involucran­do al Rey–, pero su llamamient­o a la magnanimid­ad y a la concordia son solo una burda añagaza para mantenerse en el poder a costa incluso de los principios del propio socialismo. Su coartada debería empujar a un partido constituci­onalista como el PSOE –hasta ahora siempre lo fue– a iniciar una reacción consecuent­e contra la impositiva conducta de Sánchez. Entre otros motivos, porque él es quien no está arrastrand­o al PSOE hacia una nueva transición, sino hacia un abismo electoral.

El Gobierno podrá seguir alegando lo que quiera contra una y mil ‘fotos de Colón’. Pero la foto de Colón ya no la conforman unos partidos discrepant­es con su modo autoritari­o de gobernar, sino miles y miles de ciudadanos hastiados de que se les someta a un chantaje. ¿Qué garantías tiene el Gobierno de que el separatism­o se va a adaptar a los modos y usos democrátic­os y a la legalidad vigente? Ninguna. Ni se arrepiente­n ni niegan taxativame­nte que vayan a reincidir. La motivación de cualquier indulto cae por su propio peso. Sánchez solo quiere ganar tiempo mientras la democracia lo pierde.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain