ABC (Galicia)

España no le marca un gol a nadie

▶La selección debuta en la Eurocopa con el partido mil veces visto: dominio abrumador, ni rastro de los tantos ▶Suecia se dedicó a defender el 0-0 en La Cartuja, pero también dispuso de dos ocasiones clarísimas España, que lamentó un fallo claro de Morata

- ENRIQUE YUNTA SEVILLA

Para empezar la Eurocopa, un petardazo que exagera las dudas de España, de la que no cabe esperar demasiado mientras siga con esta irritante incapaz para hacer goles. No hay manera de que esta selección entusiasme, no al menos con tanta posesión estéril, y costará que cale el mensaje de Luis Enrique, que sigue viendo virtudes por todas partes mientras el resto solo ve que el equipo no gana y no le hace un gol a nadie. Ante Suecia, conjunto del montón y que se ganó un empate a base de proteger su cueva en plan vikingo, España pinchó y ya va a remolque en este torneo, con el único alivio de que a octavos se clasifican incluso algunos terceros de grupo. El sábado que viene, también en La Cartuja, no se puede permitir otro planchazo ante Polonia, sería demoledor.

España jugó el mismo partido de siempre y exageró con el mal endémico del gol, nada cambia en ese sentido por mucha revolución que proponga Luis Enrique con sus idas y venidas. Los partidos de España, en realidad, son una secuencia interminab­le de pases y solo hay que esperar que de vez en cuando, muy de vez en cuando, alguien cante bingo. Hay noches, cuando se abre pronto el melón, que la velada transcurre con cierta placidez, pero en otras se dispara la ansiedad porque no hay nada peor que querer y no poder, pura impotencia. En Sevilla, y destrozand­o cualquier estadístic­a de posesión, España se dio un hartón de tocar ante la insultante renuncia de los suecos, encantados con el paso de los minutos porque el 0-0 ya era un triunfo para ellos. Tanto que ni siquiera enlazaron tres pases seguidos en los primeros compases, pero incluso así, cómo será esta España de vulnerable, no marcó Isak de milagro al filo del descanso después de marear a Laporte. Entre Marcos Llorente y el palo se evitó la desgracia.

Hasta ahí, del equipo no se puede decir que lo hiciera mal, en absoluto. El problema es que nadie ha ganado un gran torneo a base de pases, las copas se levantan marcando goles. El dominio

Unai Simón M. Llorente Laporte

Pau Torres Alba

Koke (87) Rodri (66) Pedri Ferran Torres (74) Morata (66) Olmo (74)

Thiago (66) Sarabia (66) G. Moreno (74) Oyarzabal (74) Fabián Ruiz (87) (Eslovenia). Mostró la cartulina amarilla a Lustig.

12.517 espectador­es en La Cartuja. Presidió el partido el Rey Felipe VI. fue abrumador, sonrojante por momentos, pero nada, ni por un lado ni por otro, ni desde fuera ni por dentro. Tuvo una ocasión estupenda Olmo con un cabezazo que desbarató Olsen con un paradón, Koke llegó una y otra vez con muchísimo peligro y Morata, en el 38, alimentó el debate sobre el 9, no puede faltar con España. El delantero de la Juventus, después de una pifia del central Danilson, se plantó solo ante el portero y falló uno de esos remates que no puede fallar jamás de la vida el delantero de una gran selección en un evento de esta magnitud. Fueron tres o cuatro oportunida­des bastante claras en esos primeros 45 minutos, al menos esta vez sí hubo ‘uyyyyys’, así que quedaba esperar y hablar de paciencia, un consejo facilón que no calma la angustia.

Hubo cosas a destacar del estreno español en la Eurocopa, destapadas las cartas de Luis Enrique sin que esta vez

El segundo acto comenzó igual, con un tiro de Morata desde la frontal que no hizo daño, y los 12.517 espectador­es, a los que habrá que restar los 3.000 suecos, se desesperab­an con el 7 y con tanto pasecito sin final feliz. El debut de la Eurocopa, en líneas generales, no tenía demasiada emoción y parecía el partido de turno de España de las interminab­les fases de clasificac­ión, quién lo diría. Costaba encontrar espacios y España, cada vez más plana y chata, se ahogaba en el laberinto de Suecia sin que el centro del campo encontrara soluciones. Para colmo, y en una contra que surgió no se sabe muy bien cómo, los escandinav­os disfrutaro­n de otra ocasión clamorosa, la más clara de la noche, pero Berg remató alto en boca de gol y sin oposición alguna, incomprens­ible su pifia después de un jugadón galáctico de Isak, que se cebó con Pau Torres en un palmo de terreno.

Entre la calorina, llevadera en cualquier caso, y el sopor del rondo eterno, Luis Enrique por fin agitó un poco el árbol. Primero entraron Thiago y Sarabia y después le llegó el momento a Oyarzabal y a Gerard Moreno, a quien se aplaudió como si fuera una aparición divina, una especie de salvador para aliviar al equipo de la mala puntería de Morata. Aunque solo fuera por los gritos y por lo estresante del reloj, que avanzaba irremediab­lemente hacia el fin, el equipo subió el ritmo por inercia y sobre la bocina la tuvo Moreno, pero volvió a salvar el portero Olsen. Quedará la excusa del portero, que es verdad que paró mucho, pero España es eso, un equipo que le hace un gol a nadie. Y así, claro, es imposible.

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