ABC (Galicia)

El jefe al que nadie discute

▶ Pese a la oleada de talento joven en la selección, Cristiano sigue liderando una Portugal que abre la defensa del título

- IVÁN MARTÍN

Por tugal, la vigente campeona, vuelve esta tarde ante Hungría (18.00 horas) a una Eurocopa y nada parece haber cambiado en la selección vecina. Fernando Santos permanece en el banquillo, Rui Patricio en la portería, Pepe aún es un tipo vital en la retaguardi­a y, por supuesto, como en los últimos 15 años, el estandarte sigue siendo la leyenda de Madeira, Cristiano Ronaldo.

Pese al talento luso emergente en los últimos años (hablamos de jugadores como Joao Félix, Bruno Fernandes o Diogo Jota, tipos de clase mundial que aportan un salto de calidad al equipo y convierten a Portugal en una seria aspirante al título), Cristiano continúa siendo el principal líder de su selección por mérito propio. En una de las peores temporadas de la Juve en la última década y a sus 36 años, el delantero ha firmado 34 goles en todas las competicio­nes. Además, se le nota en la mirada que lleva mal el tema de la edad; con sus cortes de pelo extravagan­tes, sus enfados infantiles sobre el verde y su físico aún exuberante, nos intenta transmitir que todavía sigue sintiéndos­e un chaval. Lo cierto es que está en plena forma, es tan determinan­te como antaño y su ambición, a veces enfermiza, casi siempre admirable, sigue intacta.

En la motivación intrínseca –y la gallardía– de uno de los mejores jugadores de siempre son imprescind­ibles los récords individual­es. En esta Eurocopa, el luso tiene a tiro un puñado de ellos que engordaría­n aún más una trayectori­a inigualabl­e. Cuando ruede hoy el balón en el estadio que lleva el nombre de otro mito del madridismo, el Puskas Arena de Budapest, Cristiano se convertirá en el primer jugador en disputar cinco fases finales del trofeo continenta­l. Además, si consigue batir la portería de Gulacsi, superará a Platini (nueve goles) cómo máximo goleador de las Eurocopas, un récord que ya posee si se contabiliz­an los tantos en las rondas previas (40 en 56 encuentros). Como las dos anteriores, otra marca que alcanzará casi con seguridad es la de jugador con más partidos en el torneo (incluyendo la fase previa). Con 59, está a tres de Gianluigi Buffon.

Pero el de Madeira, como buen animal competitiv­o, tiene entre ceja y ceja varias metas algo más complejas. En primer lugar, Ronaldo intentará convertirs­e en el máximo goleador de una selección en esta Eurocopa. Con 104 goles, está a cinco de los 109 conseguido­s por Ali Daei con Irán. En segundo lugar, si Portugal llega a la final de Wembley, el delantero sería el único jugador que habrá participad­o en tres finales; y si marcara en ella se convertirí­a en el jugador más veterano en hacerlo en el partido por el título.

Obviamente,

los récords de Cristiano son importante­s en su autoestima, pero el motor del portugués está y siempre ha estado en levantar trofeos colectivos. Hasta Francia 2016 no había tenido fortuna en los grandes torneos internacio­nales: en su recuerdo está aquella final perdida ante Grecia cuando todavía era un chiquillo o la derrota por la mínima ante España en los octavos de Sudáfrica. Incluso en la final del Stade de France, una patada de Payet le impidió ser decisivo en el encuentro que les proclamó campeones de Europa.

Para repetir la hazaña de 2016, los lusos necesitan superar el difícil escalón de la liguilla: habitan en el Grupo F, el más complicado a priori. Portugal luchará contra Alemania y Francia por las dos plazas que aseguran el pase a octavos. Pero antes, necesitan ganar en su debut frente a Hungría, un equipo histórico que vuelve a una Eurocopa 49 años después. Aunque compite en casa, el combinado magiar es bastante peor sin Szoboszlai, la estrella del Leipzig ausente en el torneo por lesión. Será una sorpresa si puntúan ante tres seleccione­s que aspiran a todo. En la víspera de su debut, Portugal tiene motivos para creer: posee la mejor plantilla en décadas; experienci­a y poso tras la victoria de 2016; y a un Cristiano en su ocaso, sí, con menos velocidad y menos electricid­ad que en épocas pasadas, pero con el gol y el hambre de éxito sin fin de siempre.

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// AFP

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