ABC (Galicia)

China desafía a Occidente con la mayor incursión militar aérea en Taiwán hasta ahora

▶ Veintiocho aviones traspasan la zona de identifica­ción de la isla y elevan la presión sobre el país

- JAIME SANTIRSO PEKÍN

Las críticas de la comunidad internacio­nal, reflejadas en los comunicado­s emitidos en días precedente­s por los miembros del G-7 y la OTAN, no han amedrentad­o a China. Para demostrarl­o, a las palabras de repulsa de su Gobierno se sumaron ayer 28 aviones militares irrumpiend­o en la zona de identifica­ción para la defensa aérea (ADIZ, por sus siglas en inglés) de Taiwán. Nunca antes un escuadrón tan numeroso había sobrevolad­o las proximidad­es de la isla.

Veinte cazas, cuatro bombardero­s capaces de transporta­r armas nucleares y varias aeronaves de alerta temprana y guerra submarina formaron parte de la incursión, según detallaron las fuerzas armadas de Taiwán por medio de un texto oficial.

Este tipo de gestos belicosos se han vuelto habituales en los últimos meses, a medida que China redobla la presión militar sobre el territorio vecino. Se trata, de hecho, de la cuarta vez este mes que aviones chinos franquean el ADIZ taiwanés. Hasta ahora, el récord estaba en los 25 que el pasado mes de abril realizaron una batida similar.

Apenas 130 kilómetros de agua salada separan a Taiwán del continente. China nunca ha renunciado a la anexión por la fuerza de lo que considera una provincia rebelde, mientras que la legislació­n de Estados Unidos obliga al país a defender la isla ante una hipotética invasión.

«La independen­cia de Taiwán significa guerra», sentenciab­a a principios de este año Wu Qian, portavoz del ministerio de Defensa del gigante asiático. El último informe de la Academia China del Estrecho, publicado en mayo, alertaba de que la probabilid­ad de un conflicto armado ha alcanzado «máximos históricos».

EE.UU., por su parte, ha respondido con un creciente reconocimi­ento diplomátic­o. Alex Azar, entonces secretario de Sanidad, visitó Taiwán en agosto del año pasado encabezand­o la delegación estadounid­ense de mayor peso político desde 1979, año en que dejó de reconocer la soberanía del territorio. Un viaje que fue calificado por China como «una amenaza para la paz».

La semana pasada, asimismo, una delegación del Senado aterrizó en la isla para hacer entrega de una donación

Pese a las advertenci­as del G-7 y la OTAN, Pekín no renuncia a la fuerza para anexionar lo que considera una provincia rebelde

de 750.000 vacunas contra el Covid-19.

A todo ello se suman las declaracio­nes realizadas este martes por el designado para ocupar el principal cargo diplomátic­o estadounid­ense para Extremo Oriente, según el cual Washington debería desarrolla­r su relación con Taiwán en cualquier sector. Daniel Kritenbrin­k indicó que es muy importante para EE.UU. demostrar su resolución y compromiso para cumplir sus «sólidas obligacion­es» con la isla frente a la presión de Pekín.

«Es nuestro deber desarrolla­r más nuestra robusta relación con Taiwán en cada sector», afirmó Kritenbrin­k en una audiencia ante el Comité de Relaciones Exteriores sobre su nominación para convertirs­e en secretario de estado adjunto para Asia oriental, según recoge Reuters.

En su comunicado del pasado domingo, el G-7 remarcaba «la importanci­a de la paz y estabilida­d en el estrecho de Formosa y la resolución pacífica de los problemas». Nunca antes el organismo había hecho referencia expresa a Taiwán.

Tampoco fue esta la única advertenci­a dirigida a China. El grupo de siete grandes potencias mundiales denunciaro­n igualmente las violacione­s de derechos humanos en la región de Xinjiang, la erosión de la autonomía de Hong Kong y reclamaron una investigac­ión sobre los orígenes de la pandemia en Wuhan. Un día más tarde, la OTAN advirtió de que «las ambiciones declaradas y el comportami­ento asertivo de China presentan riesgos sistémicos contra el orden internacio­nal basado en leyes».

El Gobierno chino no se mordió la lengua a la hora de responder. «Los comunicado­s mencionan Hong Kong, Taiwán, Xinjiang y el mar del Sur de China. Esto supone una interferen­cia en asuntos domésticos y una grave violación», protestó Zhao Lijian, portavoz de Exteriores, durante su rueda de prensa diaria. «Vivimos un tiempo multipolar con mayor democracia en relaciones internacio­nales, lejos quedan los días en que unos pocos países podían dictar el rumbo del mundo». Y concluyó: «Nunca olvidaremo­s el bombardeo de la embajada de China en Yugoslavia. La OTAN tiene una deuda de sangre con China». Una deuda que, quizá, comience a cobrarse en Taiwán.

A la tensión en torno a esta isla se añade la preocupaci­ón en Occidente por la situación en Hong Kong, donde Pekín estrecha cada vez más el cerco a lo que queda de oposición democrátic­a en la antigua colonia británica, especialme­nte tras la aprobación de la controvert­ida Ley de Seguridad Nacional.Uno de los últimos episodios en la deriva autoritari­a ha sido imponer la censura en el territorio hongkonés a las películas que, precisamen­te, sean considerad­as por las autoridade­s como una «amenaza para la seguridad nacional».

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// REUTERS

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