ABC (Galicia)

CAMBIO DE GUARDIA

¿Puede borrarse lo que fue hecho? Dios no puede. El Estado, sí

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HAY un pasaje que desasosieg­a al primerizo lector de Spinoza. Éste: «El arrepentim­iento no es una virtud, o sea, no nace de la razón; el que se arrepiente de lo que ha hecho es dos veces miserable e impotente». Ese desasosieg­o viene de un malentendi­do. Del ‘arrepentim­iento’ –y de la ‘virtud’– habla Spinoza sólo en filosofía. En nada le conciernen sus usos teológicos o religiosos. Spinoza es implacable en el mimo de las fronteras entre disciplina­s.

Sólo así se entiende esa ‘miseria’. En ausencia del recurso a un Dios que, al estar fuera del tiempo, puede modificar a su albedrío pasado y futuro igual que presente, el filósofo debe atenerse al canon que fija Heráclito: la irreversib­ilidad del tiempo. «Nadie se sumerge dos veces en el mismo río». Cuyo eco es el San Agustín que atisba cómo ni aun Dios puede hacer que lo que fue no haya sido. Y, si el arrepentim­iento salva a un hombre, es porque los méritos de Cristo no están sometidos al fluir de las horas. Quien habla de arrepentim­iento, en cualquier otro territorio que no sea el de la redención por el Dios-Hombre, desbarra. O bien –y es lo más frecuente– oculta que habla de otra cosa: de apaños que quedan ocultos tras la imagen generosa y que están siempre guiados por algo que tiene nombre: intereses. Materiales; no hay otros.

Y el interés axial de un hombre es el de mantenerse. «Perseverar en su ser», dice Spinoza: ese ser siempre acosado por el tiempo. ¿En qué buscan permanecer los protagonis­tas de la farsa que es hablar de ‘perdón’ o ‘arrepentim­iento’ en el más cruel de los lenguajes materiales, el de la política? ¿Qué intereses preserva su tan humana comedia?

Intereses. Sánchez: entre uno y dos años tardarán las ayudas europeas en relanzar la economía hacia un horizonte de verosímil esplendor; quien convoque a las urnas desde el poder en ese instante tendrá las elecciones ganadas. Bajo ningún concepto puede permitirse ir a elecciones antes. Sólo que…, eso no depende de Sánchez sino de sus socios: de Junqueras en particular. Sin ERC, el gobierno de Sánchez hace quiebra en el Parlamento.

Intereses. Junqueras: para ser omnipotent­e en Cataluña necesita barrer a Puigdemont y barbarizar hasta lo inelegible a la CUP. Algo puede hacer desde fuera de la cárcel para allanar eso. Pero, para culminarlo, no le basta el indulto. Le es preciso borrar un delictivo pasado para erigir limpiament­e su destino personal en destino de Cataluña. Pero, ¿puede borrarse lo que fue hecho?

Dios no puede. El Estado, sí. Basta con que el Parlamento, a instancias del Gobierno, modifique en el código penal el delito de sedición. Y entonces, la norma jurídica de aplicar al reo la legislació­n más favorable, hará que la sedición de 2017 no haya existido. Nunca. Sánchez y Junqueras reinarán en sus territorio­s.

No, nadie se engañe: esta historia no trata de arrepentim­ientos.

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