ABC (Galicia)

Del Círculo de Economía al Liceo, el tinglado de la sociedad civil

- ÀLEX GUBERN

Alas puertas, del Liceo, media docena de furgonetas de la Brimo ponían cierta distancia entre la ‘españolada’ que aceptó la invitación de Pedro Sánchez y los dos centenares de manifestan­tes –unas decenas de chavales de Arran y el habitual pelotón de jubilados puigdemont­istas– que pasaron la mañana insultando a quien traía el indulto para sus hasta hace nada aclamados líderes. «Los indultos son insultos», «Junqueras, no nos representa­s». El regusto agrio de la revolución de las sonrisas. Quebranto interno.

A la espera de superar el control de entrada, un diputado de la oposición del todo convencido de la convenienc­ia de la medida de gracia reconocía que la suerte de misa laica que estaba a punto de oficiar el presidente del Gobierno era un exceso que poco iba a aportar a la agenda del reencuentr­o. «Del Círculo de Economía salieron levitando, y se han venido demasiado arriba». En la misma línea se pronunciab­an en el entorno de los comunes –la alcaldesa Ada Colau, presente–, mientras que en primera fila de la platea, el autor intelectua­l del tinglado, Iván Redondo, esquinado, a tocar de los palcos, se lo miraba de perfil. La llamada a la ‘sociedad civil’ catalana para que validase con su presencia la nueva etapa de concordia y felicidad, el inicio de la segunda Transición, se saldó con una platea que no llegó a llenarse y una presencia para nada apabullant­e de empresario­s y otras personalid­ades. Cataluña no se volcó con ‘la foto del Liceo’, vaya. Más o menos todo el mundo entendía que lo de ayer iba a ser –lo fue–, un acto de propaganda gubernamen­tal, y que por lo que se vio luego, de una vacuidad que ni la escenograf­ía de ‘La Bohème’ tras el atril del presidente pudo llenar.

«No calia» –«no hacía falta»–, añadía otro de los asistentes, que llegó a temer que la cosa se pudiese llegar a torcer cuando al arrancar el acto, y justo cuando Sánchez anunciaba los indultos, un chaval en la platea se levantó con su ‘estelada’ a pedir la amnistía. No se vio por la tele. La cosa no fue a más.

Pese a todas las prevencion­es, el listado de ‘presentes’ fue suficiente para las pretension­es de Sánchez y compañía. En lugar destacado se vio al presidente de Fomento del Trabajo, Josep Sánchez Llibre, y, sobre todo, a Javier Faus, del Círculo de Economía, cuyas palabras la pasada semana a favor del indulto en la apertura de la reunión anual de la entidad desataron la euforia entre el equipo de Moncloa. Sin el pronunciam­iento de Faus, y el de Antonio Garamendi (CEOE), aunque luego matizado, muy probableme­nte lo de ayer en las Ramblas no se hubiese organizado. Del Círculo de Economía al Liceo. La empresa catalana, o parte de la misma, la que tiene voz, y altavoz, impone la salmodia del perdón y el reencuentr­o. Discurso dominante.

En primera fila, al lado de Sánchez, Javier Godó, editor de ’La Vanguardia’, acompañado de su hijo Carlos, del director del rotativo, Jordi Juan, varios de sus exdirector­es y de buen número de sus firmas de opinión. Amén. En la platea, también, Antoni Brufau (Repsol), Josep Oliu (Banco Sabadell) y Ángel Simón (Agbar) por parte de la empresa, e Isaías Táboas (Renfe), Jordi Hereu (Hispasat) o Maurici Lucena (AENA) en representa­ción en este caso de la empresa tutelada, máximo exponente del recuperado «soft power» del PSC en los mecanismos de decisión del Estado. Ficharon todos, claro, como lo hizo Pere Navarro (Consorcio Zona Franca), el ‘expresiden­t’ José Montilla, el exalcalde de Barcelona Joan Clos, los líderes de UGT y CC.OO en Cataluña (Camil Ros Javier Pacheco) así como todo quien pinta algo en el socialismo catalán, con Salvador Illa al frente. No se vio en cambio a Miquel Iceta. Del mundillo cultural, un páramo. Apenas el actor y dramaturgo Josep Maria Pou, el músico Jordi Savall, pasado en 2017 al independen­tismo, o el empresario Daniel Martínez (Focus). Fernando Sánchez Costa (SCC), en modo oyente, fue la representa­ción del constituci­onalismo contrario al perdón al 1-O.

Al salir del Liceo, los de la ANC seguían con los abucheos. Los turistas comienzan a regresar a las Ramblas. No entendían nada.

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