Del ‘Icetazo’ al Liceo: tres años calentando los indultos
▶Sánchez y el PSOE se rigen por los postulados del PSC desde julio de 2017, un vínculo que los une y condiciona
Fue el 13 de diciembre de 2017 cuando Miquel Iceta rompió el hielo: «Sin duda pediría el indulto porque en este país tendremos que cerrar heridas que tienen un origen político». Menos de cuatro años después, el diagnóstico del PSC, su estrategia y sus planteamientos son los que construyen la hoja de ruta de Pedro Sánchez y el PSOE.
En mitad de una campaña electoral convocada por la aplicación del artículo 155 de la Constitución, con una profunda polarización, el candidato del PSC planteaba una receta completamente extemporánea. En el PSOE, aquellas palabras, causaron un profundo malestar. No solo no era el momento, sino que la inmensa mayoría expresaba un rechazo a la medida en concreto. Ese día, en los pasillos del Congreso la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, echaba balones fuera: «Es su opinión, que respeto, pero en todo caso es la suya».
Muy pronto tuvo ese nuevo PSOE de Sánchez claro que Iceta, como activo electoral, estaba amortizado. Pero el secretario general del socialismo español siempre tuvo una buena consideración de él. Valora su diagnóstico sobre la realidad catalana. Aunque no tenga su capacidad para callar, omitir o directamente cambiar de opinión en función del momento político. Por ese valor que Sánchez le atribuye a Iceta, en diciembre de 2017 no hubo una desautorización directa por parte de Ferraz al líder del PSC. Pese a los nervios entre los socialistas, tres días después, durante un acto en Gerona, Sánchez dio muestras de su apoyo a Iceta, al que agradeció su «campaña de soluciones, de propuestas, de no ir contra nadie e ir a favor de la convivencia».
Entre medias han sucedido muchas cosas. Pero varias fundamentales. Hay sentencia del Tribunal Supremo a los líderes del ‘procés’. Sánchez gobierna con el apoyo independentista. El PSC ha recuperado fuerza electoral, mientras sus competidores no independentistas asisten a su repunte en decadencia. Y el independentismo, por segunda vez consecutiva, no consigue ganar unas elecciones autonómicas: tras la victoria de Cs en 2017, llegó la del PSC el pasado 14 de febrero. Eso sí, la suma de ERC y Junts mantiene viva la Generalitat independentista.
A todo eso se refiere Sánchez cuando dice que «el momento es ahora».
Del ‘momentum’ de Quim Torra (para doblegar al Estado y la democracia) al «momento» de Sánchez. No hay una oposición firme en Cataluña a su planteamiento. «No hay nadie enfrente planteando un proyecto alternativo para Cataluña». Eso se dice y se repite. Sánchez se ha sumergido de lleno en esa estrategia porque piensa que es mayoritaria en Cataluña a medio plazo, porque cree que también lo será en otras regiones y porque confía en que su control sobre el PSOE sirva para amortiguar el rechazo de la España interior. En los discursos de las últimas semanas, también el de este lunes en el Liceo barcelonés, Sánchez ha recordado que ya en enero de 2020 en su investidura apostaba por el «diálogo» para resolver la situación provocada por los independentistas.
La referencia habitual a ese discurso busca cargar de coherencia una posición personal que apenas tres meses antes se expresaba de distinta forma a lo anunciado ayer: garantizando
«El acatamiento de la sentencia significa su íntegro cumplimiento»