«En Google hemos creado productos que fomentan el buen uso del español alrededor del mundo»
«Cuando creamos Alexa en España, desde el principio queríamos que hablase un español correcto y natural»
calcó la importancia de estas labores: si Google falla señalando un fallo lingüístico inexistente, por ejemplo diciendo que una palabra no existe cuando sí lo hace, está trastocando el idioma en todo el planeta. «Una mala decisión llevará a que una palabra que es de uso correcto deje de utilizarse», alertó.
Para Alonso, el sentido primigenio de LEIA es prestigiar el español como lenguaje de ciencia, algo que merece por su extensa cultura y, en el fondo, por su número de hablantes: «Los lenguajes de programación se hacen en inglés y eso hace que la inteligencia artificial se haya desarrollado principalmente en lengua inglesa. Sin embargo, el uso de esas tecnologías sigue siendo muy alto en nuestra lengua: 22 países y 600 millones de hispanohablantes. Por eso, es fundamental exigirnos que el nivel de interacción en nuestra lengua que tiene la tecnología sea equivalente a la importancia que tiene nuestra lengua en el mundo».
Las tecnológicas no solo están aprendiendo de la RAE: también pueden serle de gran ayuda. Por ejemplo,
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registrando los usos del español en los internautas (una palabra que, paradójicamente, está en peligro de extinción). «Hay un cambio constante en las generaciones. Internamente hablamos de generación YouTube, ahora es generación Twitch o TikTok. Cada una de ellas tiene una forma de expresarse en cuanto a tecnología, duración y estilo, y también en cuanto a lenguaje. Es muy importante la relevancia que tienen las empresas tecnológicas para alertarnos de esos cambios en el lenguaje, de esas mutaciones de los significados de las palabras», aseveró. Y esa colaboración, tal y como avanzó, va por buen camino: «La relación está siendo muy fluida y colaborativa. Ha habido un aperturismo de la RAE en cuanto a todos los recursos que ha cedido para que se pudieran validar los aprendizajes».
A estas alturas de la historia, hay alrededor de 585 millones de hispanohablantes repartidos por el mundo, según las cifras del Instituto Cervantes. Son muchísimos, pero menos que el número de máquinas que hablan español (o que lo intentan): 700 millones. Como dijo Muñoz Machado, es muy difícil que la RAE imponga su autoridad ante ellas y les enseñe el valor del buen español, pero sí puede hacer esto con sus dueños. En fin, todo estaba dicho en el principio mismo de la literatura española: «¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!».