ABC (Galicia)

Jon, el niño que quería ser el mejor

- EDUARDO CELLÉS EDUARDO CELLES FUE ENTRENADOR EN LA INFANCIA DE RAHM

Cuando me acosté a las tres de la madrugada, después de ver ganar a Jon su primer grande, no podía dormir del subidón que tenía y ya a las 8.15 estaba dando clase en mi escuela, feliz de haber vivido algo mágico. Jon llegó a mí con 13 o 14 años porque yo daba clases de golf a su madre y comenzó a traerle con ella. Los chavales a esa edad son todo energía, pero enseguida se nota cuándo alguien es especial, y Jon lo era. Tal y como mi padre me decía, «para jugar bien al golf hay que desayunar golf, comer golf y cenar golf», y eso hacía Jon.

Ese carácter es idéntico al de Seve, es clavadito a él. Siendo muy pequeño venía siempre con vídeos de Paine Stewart o del propio Severiano Ballestero­s en la Ryder. Fuimos a Irlanda a jugar de amateur y me trajo un vídeo de Seve jugando ese mismo campo, para que yo viera cómo aprochaba. Se lo había empapado, había preparado el torneo casi mejor que su propio entrenador que era yo. Y en lo que a esa pasión se refiere, sigue exactament­e igual; controla todo el golf y no se le escapa nada.

Hubo un día que Jon me dejó helado, porque no me dijo «creo» o «me gustaría». Me dijo claramente: «Eduardo, algún día yo seré número uno del mundo». Aún se aprecia al niño que tuve en la academia, en rasgos como el de sacar el brazo en el green del 17. Es idéntico al de cuando era más joven, verle te traslada al pasado. Cuando preparábam­os el Campeonato de España Junior, con 15 años, le mandé un reto: le dije que tenía que tirar 200 putts. A la semana me dijo «ya lo he hecho, pero he tirado más de 800». Y cuando quedó campeón de España le dije: «Ahora sí me lo creo», porque metió todos los putts de dos metros. A la semana siguiente fui a entrenar con él a Larrabea, su club, me llevó al putting green y allí estaba la huella de dos zapatos de alguien que se había tirado durante horas pateando y le dije: eres un crack.

Esa calma que hemos notado todos desde que ha nacido su hijo Kepa le ha hecho madurar y el pensamient­o positivo unido a su carácter ganador nos van a traer muchos éxitos al golf español. Este año quedan el Open Británico, los Juegos, la Ryder… Puede ser un año memorable.

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