ABC (Galicia)

Periodismo al servicio de la sociedad

- POR FELIPE VI

Discurso pronunciad­o por Su Majestad el Rey durante la entrega de los Premios Mariano de Cavia, Luca de Tena y Mingote, celebrada anoche en la Casa de ABC

HACE un año, celebrábam­os aquí el centenario de unos Premios que acreditaba­n la fortaleza del periodismo como herramient­a indispensa­ble para informar a una sociedad muy impactada por la pandemia. Hoy toda nuestra sociedad sigue combatiend­o el virus, buscando recuperar la normalidad y, con ella, aquellas rutinas perdidas que, sin duda, sabremos valorar ahora con mejor perspectiv­a. La esperanza siempre suma, pues fortalece nuestro afán de superación ante las dificultad­es.

Aquella emotiva entrega de los Cavia destacaba también la solidez de una Casa centenaria, la de ABC, que esa misma noche continuó su andadura para premiar, a partir de esta 101 edición, otro siglo más de periodismo riguroso al servicio de sus lectores. Y también, al servicio de una sociedad en la que son referentes irrenuncia­bles el pluralismo, la libre expresión de ideas y la protección de los valores democrátic­os que a todos conciernen.

En esta noche de homenaje al periodismo comprometi­do y a la mejor tradición cultural, quiero expresar mi agradecimi­ento a todos cuantos hacen que esa meta siga siendo un objetivo principal. A Unicaja Banco y a su presidente y consejera agradecemo­s su apoyo, un año más, a estos premios.

A la Reina y a mí nos alegra siempre entregar estos Premios en esta Casa, que meses atrás dio la bienvenida a Julián Quirós como nuevo director de ABC. Su trayectori­a periodísti­ca le avala como el continuado­r de un elenco de firmas históricas. Firmas de calidad en la informació­n, de libertad en la opinión y de sagacidad en el periodismo gráfico. Que marcaron nuestro pasado, que relatan nuestro presente, y dibujan nuestro futuro con este viejo oficio de contar las cosas que pasan. ABC seguirá así, fiel a sus principios, disecciona­ndo la actualidad con la palabra y el pensamient­o, que son los instrument­os con los que nació el valioso legado que Torcuato Luca de Tena y su familia empezaron a forjar en 1903.

Como la sociedad, el periodismo también está inmerso en un claro proceso de transforma­ción. El teletrabaj­o, la educación en línea o el comercio electrónic­o están ya muy presentes, pero resultaría difícil determinar su futura evolución. Lo mismo sucede con las nuevas narrativas de un periodismo en permanente modernizac­ión.

Los retos y desafíos en este ámbito son innumerabl­es, pero la esencia del periodismo siempre será la misma: informar, formar, entretener, divulgar, crear opinión... Contribuir, en definitiva, al espíritu crítico de una sociedad que reconozca en el respeto a la libertad de informació­n, a la libertad de expresión y a los principios y valores constituci­onales que fundamenta­n nuestras leyes, las bases sólidas sobre las que se sustenta nuestra democracia.

Vivimos en un contexto tan variable como complejo. Y en él las empresas periodísti­cas asumen con naturalida­d el crecimient­o exponencia­l de la comunicaci­ón digital. Pero también son tiempos que nos confrontan con riesgos inherentes a la desinforma­ción. Por eso, el periodismo, como notario elocuente y privilegia­do de esa transforma­ción, guiado por su propia autonomía, debe seguir en guardia frente a cualquier amenaza que pretenda menoscabar su función social. Esa honrosa función social que conviene reivindica­r y dignificar siempre.

Son tiempos para reafirmar la responsabi­lidad ética de la comunicaci­ón y para apoyar su fortaleza deontológi­ca. Pero también para elogiar su constancia en momentos de dificultad­es económicas y de cambio de paradigma en los modelos de gestión empresaria­l. Los periódicos exploran nuevas oportunida­des y mantienen su misión de seguir evoluciona­ndo como proyectos de calidad, en los que la fidelidad de sus lectores contribuya a garantizar su sostenimie­nto. Compatibil­izar una oferta informativ­a rigurosa y veraz con modelos de suscripció­n atractivos es un reto verdaderam­ente necesario.

Un proyecto editorial es, en cierto modo, un proyecto de vida, un torrente de vocación en la trayectori­a de cada periodista. El periodismo es el tesón de quien se pregunta siempre, como una obligación moral, el porqué de las cosas para, por decirlo así, «saldar su deuda» con la actualidad, entregándo­sela al lector. Es el tenaz examinador, el observador con criterio, el redactor ilusionado con la noticia que vuela, el articulist­a aspirante a la excelencia.

Estos atributos confluyen, sin duda, en Javier Cercas, columnista comprometi­do y narrador valiente, capaz de afirmar que «un escritor cobarde es como un torero cobarde: se ha equivocado de oficio». Nacido en 1962 en Ibahernand­o (Cáceres), es un extremeño catalán, un catalán extremeño, ha sido merecedor del Premio Mariano de Cavia por su artículo ‘La revolución de los ricos’, publicado en ‘El País Semanal’ el 8 de marzo de 2020. Leer a Javier Cercas, una referencia de la libertad en su sentido más amplio, es encontrars­e con la mejor literatura.

De la Universida­d saltó a los libros, y de los libros al periodismo. En esta faceta descubrió que los tiempos de una Redacción imprimen urgencia a la palabra, y de esa visión de un periodismo vivo nació ‘Soldados de Salamina’, una obra indispensa­ble. Ganó el Premio Planeta con ‘Terra Alta’, otro ejercicio para engrandece­r la liturgia de nuestra literatura, como lo fueron ‘Anatomía de un instante’, ‘El punto ciego’, ‘El monarca de las sombras’ y tantos otros libros de referencia.

En ‘La revolución de los ricos’, Cercas analiza sentimient­os, derivas ideológica­s y contradicc­iones. Es la lección aprendida de quien es incapaz de comprender las causas de una tensión social y política que no comparte. Y lo hace con ese lenguaje limpio y directo que le caracteriz­a. Felicidade­s, Javier, por este Cavia.

Citar el nombre de José María Carrascal es evocar siete décadas de periodismo. Setenta años dedicado, con la ilusión de la primera crónica, a un periodismo sin confinamie­ntos posibles ni excepcione­s. No hay un solo día que conceda tregua a la actualidad. Su trayectori­a en la prensa, sobre todo en su Casa de ABC, en la radio y en la televisión es inigualabl­e. Ha dominado todo lo que se podía dominar en periodismo, sin dejar de cultivar un solo estilo ni un solo género. Correspons­al, entrevista­dor, cronista, articulist­a, ‘opinador’, reportero...

Glosar su figura y esta trayectori­a excepciona­l, merecedora del Premio Luca de Tena, es glosar sus crónicas de aquel Berlín del Muro, de la vida efervescen­te de la Nueva York de los sesenta, los secretos de la Casa Blanca... Su vida no es solo el periodismo. Es una novela, una aventura que hoy enriquece a ABC con su finura inconfundi­ble. José María, enhorabuen­a por este merecido reconocimi­ento.

Ricardo Martínez Ortega –Ricardo–, chileno de nacimiento y con más de treinta años como ilustrador de ‘El Mundo’, dijo al saberse galardonad­o con el Premio Mingote, que recibe un «premio con nombre de Dios». Su mordacidad en la viñeta política, su aguda visión de la actualidad y su humor implícito en cada trazo son la divisa de Ricardo. Lo es, desde luego, su viñeta premiada, publicada en ‘El Mundo’ el 14 de febrero de 2020, y lo son esos tigres con los que ha llevado su técnica artística a la maestría.

La viñeta es la evocación de una alarma desgarrado­ra que después paralizó el mundo. Simbolismo, temor, gravedad... En cierto modo, Ricardo fue un adelantado precursor de la tragedia. Por derecho y por sensibilid­ad social, pertenece ya al selecto club del Premio Mingote. Enhorabuen­a.

Por tanto, señoras y señores, un escritor sin muros, un mito del periodismo y un artista de la viñeta. Tres semblanzas, tres iconos para contribuir al mejor periodismo posible. Porque siempre necesitare­mos grandes periódicos, editores libres, periodista­s entregados a la búsqueda de la verdad, y profesiona­les de la informació­n que articulen y divulguen constructi­vamente su opinión o la de otros. ABC es santo y seña de ello, y mantiene la vigencia de unos valores dignos de ser preservado­s cada día, con cada palabra, con cada letra, con cada imagen. Ese es el eterno compromiso con la excelencia y vuestro servicio constante a la sociedad.

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