El príncipe de la paz
Es imposible encontrar un gobernante o político español en el siglo XX que emule la infamia política cometida por el señor presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. ¿Cómo se puede entender que un Gobierno, con su presidente a la cabeza, favorezca los intereses y objetivos de un grupo de golpistas condenados por un tribunal de Justicia por sedición, contra el Estado que ese mismo Gobierno representa, y que han jurado o prometido defender?
Este hecho lamentable e indecente, el indulto de los golpistas catalanes, será recordado por los españoles y pasará a la historia como la gran humillación del Gobierno de España ante el secesionismo catalán.
Señor Sánchez, me ha recordado usted al felón, ambicioso e intrigante de don Manuel Godoy y Álvarez de Faria, el Príncipe de la Paz. y luego por los protocolos Covid.
Al principio, ambos han tenido que adaptarse a un aprendizaje en la distancia, encerrados en casa, frustrados por no jugar y compartir, por no salir a la calle. De manera forzada se vieron inmersos en una nueva manera de relacionarse, y de aprender, en un entorno totalmente digital. Este año tocó convivir con cuarentenas de clases, sufrir la triste pérdida de sus abuelos y convivir con las normas de prevención de la pandemia (mascarillas, geles, temperatura, etcétera). Dicha situación ha llevado a que los maestros, además de su labor de educadores, se hayan convertido en psicólogos, animadores y creativos para compensar las carencias de sus alumnos. Y sin horarios.
Sin embargo, apenas hay un reconocimiento a tal esfuerzo. En la actualidad nos quejamos de que estamos yendo hacia una sociedad sin valores, pero si no respetamos y apoyamos a quienes educan a los que van a dirigir el mundo en unos años, todos seremos responsables del fracaso.
Si queremos avanzar en la construcción de una sociedad más justa es fundamental que exista una consideración social hacia el trabajo de los maestros.
VALENCIA