ABC (Galicia)

‘Procés’, fase dos

- ÀLEX GUBERN

«Todo sigue». La frase que mejor resume el momento la pronunció Oriol Junqueras ayer al salir de Lledoners. El ‘procés’ no se para. Solventada la cuestión personal, y emocional, de los presos, es la hora de la política, apunta tanto el independen­tismo como el Gobierno. Y dónde se hace la política cuando se adultera la esencia de la misma. Pues ni en el Congreso ni en el Parlament. La pretensión de que la nueva fase del ‘procés’ que ahora se abre implique primero una reconcilia­ción entre catalanes –esa sí que sería la verdadera y necesaria agenda del ‘reencuentr­o’– choca con la pretensión de convocar, probableme­nte a la vuelta del verano, la llamada ‘mesa de diálogo’, que consagra la negociació­n bilateral entre gobiernos y relega a anécdota la ‘taula’, o mesa, de partidos catalana. Una parte de Cataluña, el secesionis­mo, seguirá hablando por el todo. superar el «conflicto» desde la negociació­n. Para el Gobierno, Pedralbes, y su relator, son «pantalla pasada», según zanjó el ministro Ábalos.

La reunión del martes entre Pedro Sánchez y Aragonès en La Moncloa definirá el perímetro de la mesa, aunque ya se asume que alrededor de la misma se podrá hablar de todo. Porque esa es la pretensión del independen­tismo, y porque así obliga el acuerdo de investidur­a entre ERC y el PSOE de la que emana la convocator­ia de la citada mesa. La agenda catalana para la mesa, la agenda del gobierno secesionis­ta de Cataluña para ser precisos, es sabida: amnistía y referéndum de autodeterm­inación.

El Gobierno reitera que no habrá ni una cosa ni la otra. Sus límites se pueden atisbar en la Declaració­n de Barcelona pactada entre PSOE y PSC (julio 2017) y que precisa: «La solución definitiva al actual desencuent­ro pasará por una reforma constituci­onal que haga de España un Estado federal. En este camino, es necesario avanzar hasta reconocer plenamente su carácter plurinacio­nal». Pero también, descentral­ización de la Justicia y un nuevo sistema de financiaci­ón. Dicho en otras palabras, recuperar el Estatuto aprobado en 2006 que luego corregiría el TC en 2010. En realidad una reforma constituci­onal por la puerta de atrás.

Los acuerdos a los que se llegue en la mesa «serán sometidos a validación democrátic­a a través de consulta a la ciudadanía de Cataluña». Es el referéndum que viene, convocado «de acuerdo con los mecanismos previstos o que puedan preverse en el sistema jurídico-político». Campo abierto.

La clave de los próximos meses y años es conocer cómo gestionará el independen­tismo más encendido la más que probable frustració­n que supondrá la falta de resultados tangibles, o aceptables para ellos, de la mesa de negociació­n. En el plazo de dos años ERC y Junts evaluarán los resultados de la mesa, y el ‘president’ se someterá a una moción de confianza en el Parlament, según pactó con la CUP. La pugna entre el secesionis­mo pragmático, que quiere seguir gobernando, y el más excitado será decisiva. El ‘procés’ no se para. La salida de los presos es

un estadio más.

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