ABC (Galicia)

«En la Cataluña de hoy, los más desfavorec­idos no son secesionis­tas»

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o no soy un periodista de verdad, sino sólo un escritor, ante todo un escritor de novelas: el periodismo es algo demasiado serio como para que yo me considere un periodista. Pero, además, no puedo sino sentirme un impostor porque el artículo que el jurado ha tenido la generosida­d desaforada de premiar no hace más que constatar una verdad palmaria. O dos, si lo prefieren. (...)

La primera verdad es que el secesionis­mo catalán no sólo es ‘una forma inaceptabl­e de secesionis­mo de los ricos’, como la llama el gran jurista italiano Luigi Ferragoli, sino que, en la Cataluña de hoy, los más desfavorec­idos no son secesionis­tas. Para verificar esta evidencia (...) basta con darse un paseo por cualquier ciudad catalana: en los barrios opulentos del centro, banderas secesionis­tas y lazos amarillos; en los barrios humildes de la periferia, ni un solo lazo, ni una sola bandera secesionis­ta (banderas españolas sí, y hasta algún banderazo). No digo que la cuestión económica explique por entero el problema catalán; digo que, sin ella, es imposible explicarlo. (...)

En cuanto a la segunda verdad, déjenme decir algo que me apetece mucho decir aquí, en la sede del diario conservado­r español por

Yexcelenci­a: soy un votante de partidos de izquierda. (...) Creo que la izquierda tiene razón por algo que todos sabemos o deberíamos saber, y es que décadas de continuada­s políticas socialdemó­cratas han creado las sociedades más prósperas, libres e igualitari­as del mundo en el norte de Europa, en países que son, casi sin excepcione­s –mira por dónde–, monarquías parlamenta­rias, lo cual debería bastar por sí sólo para demostrar que el famoso dilema entre monarquía y república no es más que uno de esos falsos problemas que crean los malos políticos para ocultar los problemas verdaderos. (...)

Me he pasado la vida intentando ser un buen escritor, y sé que, para cumplir con esa absoluta exigencia de integridad, lo más importante que un escritor debe hacer es contar la verdad. (...) Y es cierto que, cuando la mentira se impone o parece imponerse (...), se puede llegar a pagar un precio más o menos alto por decir la verdad. Bueno, pues si hay que pagarlo, yo estoy dispuesto a hacerlo. (..) Quiero decir que, puestos a darme un premio por el simple hecho de decir la verdad (...) hubiera sido mucho más justo que se lo dieran a mi mujer y a mi hijo. (...) Muchas gracias, Raúl. Moltes gràcies, Mercè. Y muchas gracias a todos.

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