ABC (Galicia)

POSTALES

Los separatist­as catalanes han podido eludir la pena por sedición, pero no la de malversaci­ón de caudales públicos

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ECUERDAN cómo detuvieron a Al Capone? Lo han contado unas cuantas películas y un montón de libros, pero la espectacul­aridad del caso suele ocultar su génesis, así que perdonen que se lo recuerde: no fue por los innumerabl­es crímenes que cometió con su banda. Ni por pasarse por el arco del triunfo la ley seca que en aquellos años regía (teóricamen­te) en Estados Unidos. Ni por haber comprado a alcaldes, concejales, policías y otras autoridade­s corruptas, también frecuentes en aquella época. Fue por no pagar los impuestos, por evasión fiscal, ese delito tan común, incluso en el ciudadano medio, aunque no en la dimensión del gángster de origen italiano. Suele ocurrir a los delincuent­es de alto copete, a los que ni se les pasa por la cabeza hacer una declaració­n de impuestos por sus crímenes, que les llevarían a penas mucho más graves, incluida la de muerte. De ahí que la primera reacción de Al Capone fuera reírse del cargo. Seguro

que pensaba que podría librarse comprando a toda una delegación de Hacienda. Pero eso es más difícil de eludir en Estados Unidos que una acusación de asesinato, lo que no sé si es un elogio o un reproche, pues no pagar impuestos es un delito contra todos los estadounid­enses.

Y miren ustedes por dónde, es lo que puede ocurrirles a los separatist­as catalanes: que han podido eludir la pena por sedición, la más grave socialment­e, gracias al indulto que les ha otorgado Pedro Sánchez, pero no la de malversaci­ón de caudales públicos, al no poderse invocar el interés común. Hasta 5,4 millones se gastaron los insurrecto­s dentro y fuera de Cataluña en preparar y llevar a cabo su intentona separatist­a, según el Tribunal de Cuentas, que tendrán que pagar a tocateja según su participac­ión en ella. A lo que habrá que añadir otros gastos extra. Para algunos puede significar la ruina. Nada de extraño que, junto a las exigencias políticas, como la amnistía y el referéndum de autodeterm­inación, empiecen a pedir que se allanen esas «piedras en el camino» de la reconcilia­ción, Y ese manitas o manazas que es el ministro de Transporte­s y secretario de Organizaci­ón del PSOE, que logró pasar cuarenta maletas por Barajas procedente­s de Venezuela sin pisar la aduana, se dispone a ello. «Sabíamos que esas piedras estaban en ese camino», dijo José Luis Ábalos, pero se comprometi­ó a desempedra­rlo. ¿Para qué, si no, es también ministro de Movilidad y Agenda Urbana?

Lo que significa que vamos a pasar un año, puede que dos, tan amargos como peligrosos. Pero déjenme decirles una cosa: no se saldrán con la suya. ¿Por qué? Pues porque es imposible que triunfe tanta mentira, tanta desvergüen­za, tanta necedad, tanta infamia y tanta traición. Terminarán degollándo­se entre ellos.

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