Cuando la solidaridad se paga con la vida
45%-49,9% nuestras fronteras, sin importar si le tocaba trabajar por los demás en verano o durante el curso. Colaboró con la Fundación García Gil y Adisli, que ayuda a personas con discapacidad intelectual, donde fue entrenadora de baloncesto. También fue profesora voluntaria en la Cañada Real (Madrid) y en el Colegio Regina Pacis de Bombai (India). mano con el proyecto para abastecer la demanda de agua potable en Togo.
En cuanto pudo, María hizo de su vocación solidaria su profesión. Tras trabajar en una consultoría de negocios y en el área empresarial de
Por desgracia, el asesinato de la cooperante española María Hernández este viernes en un ataque en Tigray (Etiopía) es extraño pero no único. En los últimos treinta años, un total de catorce compatriotas han perdido la vida mientras viajaban por el mundo ayudando a los más necesitados. La mitad de ellos murieron en África (tres en Ruanda, uno en Mozambique, otro en Guinea Ecuatorial, uno más en Marruecos, y María Hernández Matas, ayer en Etiopía); cuatro perecieron en América (dos en El Salvador, uno en Colombia y uno en Perú) y dos en Europa (Bosnia y Chechenia). La penúltima víctima solidaria fue la fisioterapeuta Lorena Enebral, perteneciente al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que fue asesinada en Afganistán en 2017. La joven, de 38 años, «independiente, bienhumorada, animosa e infatigable», fue abatida a tiros por un hombre sin identificar en un centro médico de la organización en la ciudad norteña de Mazar-e-Sharif.