ABC (Galicia)

Podemos teme que el vacío mediático que deja Iglesias también les penalice

▶ El partido comprueba cómo los nuevos liderazgos no tienen el mismo predicamen­to

- GREGORIA CARO MADRID

también aprueba con mucho margen entre los votantes de Unidas Podemos. Esto explicaba parte de la estrategia que Sánchez desplegó durante estos meses: situarse por encima del choque entre sus ministros socialista­s e Iglesias. Hasta el punto de concederle pequeñas victorias.

Esto no sucedía con Pablo Iglesias. Su valoración aguantaba entre sus votantes, aunque iba a menos, pero se hundía entre los socialista­s. Ese desequilib­rio a favor de Sánchez otorgaba una ventaja competitiv­a al PSOE a medio plazo: hacía muy complejo que Unidas Podemos captase votante socialista, mientras que al revés las compuertas estaban abiertas.

Veamos los datos. En el barómetro del CIS del mes de febrero, justo antes de que se desatasen los acontecimi­entos políticos de la Región de Murcia y la Comunidad de Madrid, Iglesias obtiene una nota de 3,6 en valoración por parte de los socialista­s. Entre los suyos su valoración aguantaba con un 6,1.

Podemos quiere ir recomponié­ndose de la sacudida que supuso la despedida de Pablo Iglesias de la política en este proceso tranquilo que se abre sin elecciones a la vista. Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales, es ya la secretaria general del partido. En su mano está convertir la marca en un dique de contención contra el PSOE, que buscará crecer a costa de la debilidad de su socio de Gobierno. En esta etapa que emprenden sin su fundador y único líder, Belarra se enfrenta a un desafío complejo: ocupar el vacío que deja el hiperlider­azgo de Iglesias. Pero, ya en esta fase tan temprana, detectan otro contratiem­po: el vacío mediático.

El impacto que genera en los medios de comunicaci­ón las declaracio­nes y los movimiento­s del ex vicepresid­ente segundo y exlíder del partido no se ha trasladado a la nueva secretaria general de Podemos. Lo que activa algunas alarmas en el partido. Si bien es cierto que el estilo político de Iglesias es diferente al de Belarra y que, según explican desde su entorno, ella no busca parecerse a él, esto no deja de ser algo a lo que prestar atención.

Al estar en minoría en el Gobierno, Podemos tiene que comunicar muchas veces políticas, victorias y pulsos mediante golpes de efecto y mensajes contundent­es. Pero si no los coloca, las batallas, al menos las del relato, las ganan los socialista­s. Ahí está el peligro.

Belarra era para muchos una desconocid­a hasta hace unos meses y ahora se esfuerza en cobrar peso

Esa pujanza fue deteriorán­dose con el tiempo. Pero los datos demuestran que Díaz estaría en condicione­s de recuperar esas posiciones. En los datos internos del CIS puede observarse que su mejor valoración respecto a Iglesias se basa fundamenta­lmente en que logra que su puntuación sea homogénea entre político. El calculado silencio de Iglesias está directamen­te relacionad­o con esta situación que por ahora no supone un problema. Pero sí podría llegar a serlo si se cronifica.

El exvicepres­idente lleva prácticame­nte dos meses en un mutismo absoluto –solo se le ha visto en la fotografía que filtró luciendo su nuevo corte de pelo–. Pero no da declaracio­nes ni en redes sociales. Iglesias y su sucesora hablan con frecuencia, como es natural, tanto ella como la nueva Ejecutiva le consultan en privado. Pero él no estuvo en la Asamblea Ciudadana de Podemos que eligió a Belarra nueva líder y no mandó ningún vídeo. Y, por ejemplo, tampoco celebró en público los indultos a los presos del ‘procés’. Una medida que siempre defendió, incluso cuando era el único que lo hacía en el Gobierno. Todo ello porque Iglesias está centrado en su vida privada y futuro, sí, pero también porque sabe que cualquier movimiento desviaría la atención de Belarra. Podemos necesita que se le identifiqu­e no solo como la nueva líder, sino como una voz fuerte, sin tutelas.

Hasta el pasado mayo, cuando Iglesias renunció a todos sus cargos, Podemos y la marca electoral Unidas Podemos estaban lideradas por la misma persona (él) y eran casi indistingu­ibles. Pero su nombre ya no contribuía a sumar y las órdenes que dejó al marchar han configurad­o otro juego de liderazgos. Podemos es ahora el partido fuerte de una coalición liderada por Yolanda Díaz, que será por deseo de Iglesias la candidata presidenci­al por encima de Belarra.

El poder que antes tenía una sola persona se reparte en dos. Una suerte de sistema de contrapeso­s. Aunque con buena coordinaci­ón entre ellas. Sin que Díaz haya conseguido todavía el interés de la prensa que tenía el exvicepres­idente. Eso sí, es la única dirigente de Unidas Podemos que cuenta con buena valoración incluso entre votantes del PSOE. Por eso ella es la mejor opción para el sello electoral. A la izquierda postIglesi­as le toca explorar su manual de resistenci­a para consolidar­se como la alternativ­a a los socialista­s, un título que de seguir en caída podría deshacérse­les entre las manos. Como el partido más fuerte del espacio, no pueden contentars­e con mantener su suelo de votantes. Unidas Podemos ha pasado de 71 diputados (2016) a 35 (2019) en menos de una década. En este sentido, Díaz apuesta por ensanchar el espacio de UP y reforzar sus alianzas –importante esto: tanto externas como internas– lo que significa diluir un poco el peso de Podemos para reforzar así la coalición.

Aunque no es extrapolab­le, en la Comunidad de Madrid, región en la que nació hace 7 años el partido morado, Más Madrid no solo les devoró su espacio sino que también sobrepasó al PSOE de Ángel Gabilondo en votos. Juantxo López de Uralde presentó hace unas semanas ‘Alianza Verde’ y oficializó así el partido ecologista de UP. Un trabajo que ya estaban realizando pero que quisieron organizar. Uralde dijo en la presentaci­ón que hay «fuerzas verdes con intereses más electorali­stas». Una lanza a Íñigo Errejón.

Al margen de esto, la reconstruc­ción territoria­l es otro de reto importante­s en Podemos. Lilith Verstrynge fue designada por Belarra como la nueva secretaria de Organizaci­ón con el desafío en el que Pablo Echenique y Alberto Rodríguez fracasaron antes: ganar peso en los territorio­s. Junto a Belarra y Lilith, una tercera mujer para buscar el crecimient­o: Irene Montero. Lo han llamado proceso de «feminizaci­ón y buscan frenar el desgaste.

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hombres y mujeres. Algo que no le sucedía a Iglesias, muy mal valorado entre el género femenino. Pedro Sánchez duerme más tranquilo con Pablo Iglesias fuera del Gobierno. Pero a medio plazo su sustituta puede darle más dolores de cabeza porque tiene más capacidad para atraer sus votantes. Algo se mueve en la izquierda.

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