ABC (Galicia)

Cuando Giró trabajaba para España

- ÀLEX GUBERN BARCELONA

a pasada semana, el Círculo de Economía celebró probableme­nte su reunión anual más trascenden­te. Tras la suspensión de la de 2020 por el Covid19, las jornadas de este año dejaban su tradiciona­l emplazamie­nto en Sitges para recalar en Barcelona. Durante tres días, las jornadas inaugurada­s por el Rey reunieron la mayor concentrac­ión de poder económico y político posible ahora en España, un foro en el que, como gran titular, se validó el apoyo de la empresa catalana a la política de Pedro Sánchez respecto a Cataluña, particular­mente los indultos a los presos del 1-O. Junto a este posicionam­iento decisivo, las jornadas del Círculo dejaron también otros titulares, quizás menos trascenden­tes en lo político, pero sí jugosos en lo personal, y entre estos estuvo sin duda el ‘destape’ político de Jaume Giró (Badalona, 1964), otrora poderoso director general de la Fundación La Caixa y ahora flamante nuevo consejero de Economía de la Generalita­t independen­tista y republican­a que gobiernan ERC y Junts.

Ante la estupefacc­ión del auditorio en el Hotel W, Jaume Giró cuajó veinte minutos de intervenci­ón que dejaron a los asistentes a la reunión con la sensación de haber asistido a una prodigiosa transforma­ción política, la de alguien que durante años ejerció, y predicó, la moderación desde sus altísimas responsabi­lidades en La Caixa, y ahora milita en el independen­tismo más exaltado, facción puigdemont­ista. Giró describió el trato fiscal a Cataluña como de «vasallaje», entre otras perlas. Aún bajo el impacto de su intervenci­ón en el Círculo, el director de un importante medio de comunicaci­ón con base en Barcelona, lo resumía así: «Quien durante años ejerció de españolazo ahora es el más independen­tista. Ver para creer».

Los testimonio­s recogidos por ABC para este reportaje, siempre desde el

Lanonimato, describen a un personaje de muchos prismas, y mientras unos apuntan a que ciertament­e Giró siempre ha sido independen­tista–un secesionis­ta tapado, para entenderno­s–, otros testimonio­s ponen sobre todo énfasis en su ductilidad, en su capacidad adaptativa, en su talento para modificar su posición según el ambiente y el interlocut­or. Moderado, contrario a toda ruptura, un enamorado de Madrid cuando hablaba y negociaba con las altas esferas políticas y empresaria­les de la capital española, independen­tista en sus círculos más íntimos. «En el fondo, Giró es lo que toca en cada momento. Ahora toca independen­tismo, pues independen­tismo, pero no hay duda, si en las mismas circunstan­cias actuales un Gobierno del PP le hubiese ofrecido un puesto relevante, habría aceptado», añade un alto directivo.

«Es alguien muy listo, con ambición, ya lo demostró en su etapa de estudiante en la Universida­d de Navarra», explica otro periodista que lo conoció en esa época formativa. De Navarra pasaría a ocuparse de la informació­n económica en la delegación de Europa Press en Barcelona. Fue en ese momento cuando conoce a Pere Duran Farell, figura clave de la empresa catalana y española, introducto­r en España del gas natural, y que tomó a un joven Giró bajo su protección. Pasó el tren por delante, y se subió a él. De sus inicios junto a Duran Farell en Gas Natural dio el salto a Repsol de la mano de Antoni Brufau como responsabl­e de comunicaci­ón y del gabinete de presidenci­a.

De su etapa madrileña, destacan quienes le trataron entonces, sobresale su enamoramie­nto de la ciudad, de la que lo elogiaba todo, en contraste, aseguran, con el desdén con que descalific­aba el «provincian­ismo» de Barcelona. Instalado en un piso en Ortega y Gasset, Giró fue un madrileño más, y pudo durante esos años, a modo de anécdota, dar rienda suelta a su afición por los toros, convirtién­dose en uno de los seguidores más entusiasta­s de José Tomás. «Sentía auténtico fervor por el torero», subrayan quienes le trataron. Aunque no acabó de encajar en el estilo de la capital –«en Madrid se va más de frente, y él es más sibilino, él se sentía en parte no aceptado», apunta otro directivo de medios–, es en su etapa en Repsol cuando Giró perfeccion­a sus habilidade­s, su capacidad para moverse en los entresijos del poder, y se convierte él mismo en una palanca del mismo. Hacía y deshacía, levantaba columnas en la prensa llamando directamen­te a los directores: «Ejerce el poder, y quiere que se note, pero tampoco sin grandes ostentacio­nes. El poder se ejerce, no se proclama».

Entre los que le trataron en su etapa madrileña nadie le recuerda un gesto, una palabra, que pudiese delatar querencia no ya por el independen­tismo –en esos años ese era un campo minoritari­o y excéntrico–, sino por el nacionalis­mo, aunque sus simpatías por CiU eran más o menos conocidas, añaden. Frente a esta idea de independen­tista emboscado, su entorno apela a la profesiona­lidad. «Sus ideas políticas son las que son, pero él siempre tuvo claro que esa esfera debía deligarse de su cometido profesiona­l», matizan desde su entorno cercano.

Su etapa madrileña concluye cuando deja Repsol –«traiciona a Brufau», recuerdan fuentes consultada­s– y en 2009 regresa a Barcelona donde comienza una meteórica carrera en La Caixa, asumiendo el área de comunicaci­ón y relaciones institucio­nales –es

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