ABC (Galicia)

Las acusacione­s de nepotismo ensombrece­n la Administra­ción Biden

▶ El que fue supervisor ético de Obama acusa al nuevo Ejecutivo de enchufes y dedazos Walter Shaub, exasesor de Obama: «Lo siento, sé que a algunos no les gusta escuchar críticas sobre Biden… Pero esto apesta»

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON WASHINGTON

El presidente Joe Biden llegó a la Casa Blanca prometiend­o un cambio radical en la forma de gobernar. Más concordia. Unidad. Bipartidis­mo. Sin exabruptos y amenazas y, sobre todo, sin contratos a dedo de familiares y amigos. Esta última parte, sin embargo, queda pendiente. Tan grave es el nepotismo en los rangos intermedio­s de la Administra­ción Biden que el diario de referencia de la capital estadounid­ense, ‘The Washington Post’, lleva cubriéndol­o días con extensos reportajes y el que fue supervisor de la transparen­cia y ética en el gobierno de Barack Obama lo ha calificado de «asqueroso». Como dicen los críticos del actual presidente, al menos la familia Trump —ni el presidente, ni su hija Ivanka, ni su yerno Jared— cobraban por ejercer el cargo.

La lista de supuestos enchufados, revelada por el ‘Post’ en un reportaje titulado ‘Cosas de familia’, es larga. En el centro, está uno de los principale­s asesores del presidente, el veterano conseguido­r político de Washington Steve Richetti, que lleva entrando y saliendo de la Casa Blanca desde los años de Bill Clinton y que fue director de campaña de Biden en las elecciones de noviembre.

Entre los nuevos contratado­s por el Gobierno federal norteameri­cano se encuentra su hijo J.J . Richetti, licenciado en 2020. Richetti hijo es asistente en la Oficina de Asuntos Legislativ­os, un puesto de nivel bajo en el Gobierno, pero que requiere algo de cualificac­ión. Su hermana Shannon es subdirecto­ra adjunta de la Oficina del Secretario Social de la Casa Blanca, cargo que asumió en enero. Otro hermano, Daniel, que es el hijo mayor de Steve Richetti, también es asesor principal de la Oficina del Subsecreta­rio de Estado para Control de Armas y Seguridad Internacio­nal.

Aparte de los cuatro Richetti, Cathy Russell, directora de personal de la oficina del presidente en la Casa Blanca, tiene a una hija, Sarah, trabajando en el Consejo de Seguridad Nacional, un órgano de gran relevancia que asesora al presidente en materia de política exterior. Donilon se licenció en 2019.

D. A.

Tras una presidenci­a, como la de Donald Trump, completame­nte dependient­e de los medios y la opinión pública, Joe Biden ha optado por dar media vuelta, y en sus cinco meses en la Casa Blanca apenas ha dado tres ruedas de prensa con preguntas, una de ellas en Ginebra tras su encuentro con Vladímir Putin. El actual presidente vive rodeado de asistentes que le blindan de unos medios poco acostumbra­dos a estas evasivas, ansiosos por escuchar más al presidente.

El presidente se deja ver muy poco. En los actos públicos en los que aparece suele hacer oídos sordos a las preguntas que gritan los reporteros. Cuando alguna capta su atención, se ríe o se encoge de hombros.

Si ha tenido a la prensa delante, Biden, dado a las bromas y chascarril­los, ha sido en ocasiones poco afortunado. En Ginebra la correspons­al

Su tío, Mike Donilon, hermano de Cathy Russell, es además asesor especial del presidente.

Mónica Medina, mujer de Ron Klain, que es el poderosísi­mo jefe de gabinete de Biden, ha sido propuesta como Subsecreta­ria de Estado de Asuntos Ambientale­s y Oceánicos, un puesto de gran relevancia diplomátic­a. La lista de conexiones no acaba ahí. La portavoz de la CNN Kaitlan Collins le preguntó por qué se fía de Putin, y él respondió airado que eso era falso y ella no sabía hacer su trabajo. Se excedió, y luego pidió disculpas, pero este incidente demuestra que en realidad no ha habido un nuevo comienzo con los medios en Washington tras la marcha de Trump. Las tensiones se mantienen, aunque en apariencia el tono sea otro.

Es cierto que nada superará aquellos espectácul­os de antes, con Trump acusando a los periodista­s de ser enemigos del pueblo y retirando credencial­es a quienes le enseñaban los dientes, incluido el anterior correspons­al de la CNN, Jim Acosta. Luego, Trump, vanidoso y adicto a leer y ver noticias sobre sí mismo, jugaba a ser amable y solícito en las distancias cortas, siempre que las cámaras estuvieran apagadas. Daba a entender que aquellas eran las reglas del juego, y que no era nada personal. de la Casa Blanca, Jen Psaki, tiene una hermana, de nombre Stephanie, que ostenta el título de asesora principal en el departamen­to de Salud

y Servicios Humanos desde marzo. Está más preparada en realidad que el resto de supuestos enchufes desvelados por el ‘Post’. Tiene un doctorado en sanidad y anteriorme­nte trabajó en una organizaci­ón sin ánimo de lucro que investiga crisis de salud en países en desarrollo.

La prensa tuvo la oportunida­d de preguntarl­e a Psaki, la portavoz de la Casa Blanca y una de las afectadas por esta investigac­ión. Esta afirmó el lunes que la Administra­ción Biden es la «más ética de la historia». «Permítanme decirles que tenemos los estándares éticos más altos de cualquier Administra­ción en la historia, varios funcionari­os expertos de ética así lo han dicho y estamos orgullosos», dijo Psaki en su conferenci­a de prensa diaria. «También hemos contratado personal a un ritmo sin precedente­s, y esta es la administra­ción más diversa en la historia de EE.UU.», añadió.

Hay quienes disienten. El que fue responsabl­e de supervisar la transparen­cia y validez ética de las contrataci­ones en la Administra­ción Obama, Walter Shaub, criticó la semana pasada a Biden por dar empleo a esposas, hijos y hermanos de sus principale­s asesores. «Es como mandar a la mierda los principios éticos del Gobierno», dijo en la red social Twitter. En referencia a Biden, dijo: «Lo siento, sé que a algunas personas no les gusta escuchar críticas sobre él… Pero esto real

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