«Es más sencillo evitar una guerra que un virus mundial»
▶El médico y tres veces ministro de Francia advierte de que el riesgo de sufrir otras pandemias sigue siendo muy elevado
Se celebra el 50 aniversario de la organización humanitaria internacional Médicos sin Fronteras (MSF). Uno de sus cofundadores, el médico y político francés Bernard Kouchner (Aviñón, 1939) fue merecedor por este motivo del premio Nobel de la Paz en 1999. También ha sido cofundador de Médicos del Mundo, pero su carrera profesional al mismo tiempo ha estado dirigida al ámbito político, habiendo sido entre otros muchos cargos, tres veces ministro de la República Francesa en los Gobiernos de Mitterrand, Chirac y Sarkozy. Además, ha sido Administrador Civil y Alto Representante de la ONU para Kosovo. En nuestra conversación, nos remontamos en el tiempo, a los días en los que todo comenzó.
«Los médicos y enfermeros franceses que trabajamos como voluntarios en Biafra, lo hicimos bajo la bandera de la Cruz Roja Internacional (CICR), es decir, en el espíritu de aquella bonita idea que surgió de la mente de Henry Dunant tras la batalla de Solferino, en 1859, cuando las tropas de Napoleón III y el conde de Cavour se enfrentaron a las del emperador austriaco Francisco José I. O sea, durante la guerra por la Unificación de Italia. Fue entonces cuando Dunant, comerciante burgués de Ginebra, fue testigo de cómo los heridos quedaban tirados en el campo de batalla sin recibir ningún tipo de asistencia. Este mismo origen tiene Médicos Sin Fronteras».
—Cuando en mayo del 68, junto con otros médicos de la facultad de medicina se enfrentaron al horror en Biafra y de regreso a su país denunciaron la verdad de lo ocurrido a ‘Le Monde’ fue entonces cuando fundaron Médicos sin Fronteras. Cuando ve la dimensión que ha adquirido esta organización que acaba de cumplir cincuenta años, ¿qué piensa?
—Pienso en sus inicios, en sus causas. En plena época de descolonización, en 1967, se desencadenó la guerra entre la provincia secesionista de Biafra y Nigeria, un conflicto cruel que se prolongó durante tres años y se cobró la vida de un millón de personas, entre ellas 800.000 niños. Estas dos provincias tenían identidades opuestas en todos los sentidos: religión, educación y alianzas internacionales. Este largo conflicto se vio respaldado por dos bloques enfrentados: a favor de Biafra, China y el general De Gaulle; y a favor de Nigeria, Inglaterra, Rusia y EE.UU. En esta época, en el año 1968, la CICR de Ginebra velaba ya de forma activa por el respeto de los Convenios de Ginebra, pero se encontraba aún en una posición muy poco medicalizada.
Estábamos acostumbrados a los problemas de los países ricos y no a las patologías que afectaban a más de la mitad del mundo. Al regresar de estas misiones africanas, Max Récamier y yo mismo, junto al resto de médicos franceses de Biafra, decidimos completar nuestra formación, ampliar conocimientos sobre las patologías relacionadas con la miseria, volver a vernos y reciclarnos de manera constante.
—Y entonces, en 1971, crean Médicos Sin Fronteras.
—Al principio éramos tres gatos. Actividades totalmente solidarias, en las que nunca recibíamos dinero. Los médicos acudían de manera voluntaria. Enseguida se nos unieron sanitarios de otras partes de Europa: españoles, belgas, holandeses... En 1999 nos concedieron el premio Nobel de la Paz.
—Esta organización internacional